¿Y si el pueblo comienza a gobernarse?
Alrededor del año 532 a. C. la Escuela Pitagórica sostenía que el universo está compuesto de números enteros, así pues, cada cosa existente con vida o sin ella, era posible explicarla matemáticamente de esa forma, como toda tiranía académica que hasta nuestros días se mantiene invariable como regodeo del monopolio de la verdad, en esa época como en esta, poner en duda una idea-concepto es prácticamente un suicidio, más aún, cuando la idea-concepto fue inoculada de tal forma que se ha convertido en un virus inmutable.
La Escuela Pitagórica sufrió un golpe fulminante cuando uno de sus miembros descubre que se venía sosteniendo una idea del universo errónea por tanto, toda conclusión desprendida en base a esa creencia seria a su vez equivocada, fue el osado Hipaso de Metaponto quien descubrió la existencia de los números irracionales, la raíz cuadra, volteando de esa manera los pilares que sostenían la tiranía académica de la época, el triste final del subversivo discípulo pitagórico era previsible, los historiadores sostienen que fue expulsado de la Escuela y perseguido hasta su muerte. No han cambiado nada las costumbres de aquellos años, hoy recordamos a esos hombres y mujeres por sus novedosos aportes a la humanidad pero omitimos mencionar las calamidades que sufrieron por sostener eso que hoy bancamos.
Como sabiamente dijo Astor Piazzolla un día cualquiera de 1984: en Argentina se puede cambiar todo menos el Tango, es una secta, donde se repite siempre lo mismo. A esta acertada afirmación podemos agregarle que, de los últimos 34 años en Argentina, la democracia es otra idea-concepto que no puede tocarse bajo ningún punto de vista incluso, si fuera para mejorar su funcionalidad, una suerte de borramiento protege la democracia que no es otra cosa que una excusa absolutoria del sistema político que se esconde detrás, parapetado en privilegios de elites partidarias que socavan día tras día al sacro manto, que los mantiene con vida: la democracia. Pero, sin populus gobernándose no hay democracia posible, será seguramente, otro engendro como la administración delegativa y corporativa de los recursos públicos y la producción de la ley en pocas manos, que asegura el control ciudadano, control sobre todo, en cualquier intentona ciudadana de poner en función y praxis la democracia.
Que sucedería si al andamiaje del perverso sistema político en un acto, perverso también, incorporamos en el seno del Poder Legislativo una tercer Cámara integrada por ciudadanos, sin afiliación política ni vínculo familiar con los legisladores en función, que fueran elegidos de un registro único de inscriptos para tal función por azar o sorteo, que no gocen de re-elección en el cargo con el fin de evitar los vicios de las Cámaras Legislativas clásicas, con el fin de que todos tengan la posibilidad de ejercitar la función pública en algún momento de sus vidas, una Cámara legislativa que no necesite de listas sábanas porque cualquiera puede ser legislador si el azar se lo permite, imagínese que la tercer Cámara tenga las mismas atribuciones y funciones que las otras dos (en caso de ser un sistema bicameral), vayamos un poco más lejos, digamos que se quita el juicio político y se instaura la pena de ostracismo para aquel funcionario público que consume delitos contra la administración pública y la Cámara de la que hablamos intervenga en el proceso en paridad con las otras dos. Para darle peso, supongamos que la tercer Cámara tenga por Comisiones Legislativas cada ciudad de la provincia, que trabaje en los problemas particulares y no en la generalidad, atendiendo cada problema o necesidad de los municipios. Imagínese la democracia en pleno funcionando dentro del sistema político parasitario. ¿Y si hacemos de la democracia una realidad y no un deseo? ¿Y si el pueblo comienza a gobernarse?
Por Carlos A. Coria Garcia.
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