24 de abril de 2017

“¿Qué es robar un banco comparado con fundar un banco?” (Bretch, B. La ópera de cuatro cuartos).

¿Qué es robar un par de miles de dólares, por lo cual uno va a la cárcel, comparado con especulaciones financieras que privan a decenas de millones de personas de sus hogares y ahorros, y que luego son recompensadas con una ayuda estatal de una grandeza sublime?...En 1998 Hans Tietmeyer, entonces director del Deutsche Bundesbank, elogió a los gobiernos nacionales por preferir el plebiscito permanente de los mercados globales al plebiscito de las urnas…los mercados globales son más democráticos que las elecciones pues el proceso de votación continua en ellos de manera permanente (y se refleja de manera permanente en las fluctuaciones de mercado) y a nivel global; no solo cada cuatro años ni dentro de los confines del estado nación. La idea subyacente es que, liberadas del control superior de los mercados (y de los expertos) las decisiones democráticas y las parlamentarias son irresponsables” (Zizek, S. Problemas en el paraíso. Editorial Anagrama. 2016. Barcelona. Pág. 48.)

En la otrora región Guaraní, que comprende Paraguay, como extensiones vastas de Brasil y Argentina, un cinematográfico robo a una empresa transportadora de caudales mantiene en vilo a la opinión pública o mejor dicho a la opinión publicada. Independientemente de los datos de color que no pararan, hasta que de esta historia se gana una película que haga honor a recaudar un mínimo porcentaje del botín del que se hicieron los atracadores, lo cierto es que el hecho en sí, por determinados aspectos simbólicos, merece una mirada profunda o larga.

Se dio en Ciudad del Este, en la llamada triple frontera que une a Paraguay, Brasil y Argentina. Independientemente de la honestidad que pueda revestir el común de la gente que allí viva, más allá de su nacionalidad, lo cierto es que la zona es mundialmente conocida, por ser un aguantadero del hampa internacional, un reinado de lo trucho en la acepción Argentina o de lo Mau en su conceptualización Guaraní, lo cierto es que ambos representan el concierto de lo ilegal como de lo ilegítimo.

Sí a esto le agregamos que en la zona, se produce cannabis en cantidades siderales, como otrora se producía tabaco que era más luego filtrado a los países vecinos y que se exportaban informalmente (uno de los presidentes comando una tabacalera que producía más de lo que se vendía en el mercado interno, por tanto el excedente, que triplicaba lo vendido legalmente, era obviamente ingresado de manera informal en los otros países) sin que la cuestión de las drogas sea abordada en relación al porqué de la prohibición de cumplir la regla de oro del capitalismo, comprar barato y vender caro, entonces cae de maduro que debemos encarar el análisis desde la cuestión política.

No iremos más allá de los sonados casos de Odebrecht en Brasil, que produjo la caída de la Presidente y producirá la convocatoria a declarar a otro ex Presidente, como la detención de gobernantes y prefectos, tampoco de los procesamientos a la ex Presidente Argentina y varios de sus funcionarios por otros casos de corrupción, menos aún de la reciente muerte en Paraguay de un militante político que se opuso a la posibilidad de enmienda reeleccionista propiciada por el oficialismo gobernante. Salimos de coyunturas y apuntamos al análisis nodal de cómo se expresa lo democrático en la región, como se lo vivencia, como se lo traduce de lo teórico a lo práctico.

Convendría que los líderes de las facciones que se enfrentan electoralmente, se pongan un plazo en el tiempo, podría ser de 60 o 90 días, y que al llegar al mismo, pongan en una misma mesa, el dinero que consiguieron para sustentar la campaña electoral, el triunfador sería aquel que consiguió más emolumentos

Más allá de que poco o muy poco se cumpla la constitución o las normas, la propuesta anterior no sería constitucional y los idiotas útiles de la izquierda y la derecha extrema, dirían que se está volviendo a la dictadura (no por nada en especial, simplemente porque los botarates, no tienen otro elemento a mano que utilizar a los torturados y muertos) o a versiones desviadas de ellos, o más académicamente aceptadas tal como las llaman los teóricos a los autoritarismos electorales o las grandes porcentajes de adhesión obtenidos o a seguir obteniendo por parte de agrupaciones declaradamente neonazis.

La refutación más lógica, sería que sí bien, en toda elección, lo que define es el dinero que consigan los sectores en pugna (en cuanto al circuito instaurado por la dádiva, por la prebenda, por los recursos ingentes de la economía informal que fomentan siderales apuestas a la mercadotecnia y los grandes medios que solo tienen como fin, el manejar como títeres una vez asumidos en sus puestos, por los dueños de este circuito) puede que (como excepción teórica, no práctica) no necesariamente gane el que más metálico consiga, la virtud puede encontrarse en cómo administrarla, gana el que mejor gasta.

Finalmente la razón que sostiene la farsa de las convocatorias en que el ciudadano común podría caer en denunciar. El circuito económico y laboral que se genera con el dinero de las campañas, afecta en gran parte a la población, dado que los candidatos que supuestamente se eligen, provienen de la misma, con la regla de juego estipulada de acopiar una cierta cantidad de votos.

 Así como la institucionalidad política se reserva, arrogándose el monopolio de la fuerza pública (de allí que quién use armas está cometiendo un delito), en un nivel subliminal, de lo no dicho, de lo no expresado, pero bien marcado a fuego, los mismos administradores de los estados se reservan, arrogándose el monopolio de los ejercicios informales o no expresamente contemplados en la ley, como para regular la sociedad y la economía, para nosotros es corrupción, pero para ellos se trata de cuestiones de estado, así estamos. Cada tanto estos golpes cinematográficos nos despiertan del sopor para ver, quién roba a quién y porque.

 

Por Francisco Tomás González Cabañas


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