Le comió un alfil.
Sin duda que ninguno de los lectores del libertador (se pueden decir muchas cosas del diario, pero sin dudas que es el único que no nació bajo la égida de la tutela estatal, bajo la férula de apellidos tocas o ungidos por el poder, y mal que le pese a muchos, es el menos conservador, dentro de una provincia donde los intelectuales locales se creen progresistas porque critican a clarín o la nación, pero enmudecen si se trata de esta “época del litoral en donde el norte” es siempre uno solo) puede sentirse sorprendido. El vice, ha sido siempre habitué de sus páginas, de sus mejores lugares, de las fotos más logradas, de los epígrafes más consagrados y del sitial sagrado de los comentarios dominicales de Confucio. Sólo quién pueda aducir su propia torpeza, podrá creer que tal préstamo de líneas en el diario, eran a título de amistad o de concesión entre caballeros. Con hombres de poder, ni el préstamo de una cochera, puede ser interpretado como un acto de simple bonhomía. Entre gestos mutuos, reverencias que iban más allá del respeto que se prodigaban, se consolidó un vínculo, que hoy puede ser la novedad política del verano.
Sin duda que la lectura más consensuada es que el oriental le comió el alfil blanco al gobernador. Claro que aquel se dejó comer también, en una lógica que proyecto desde el momento mismo en que arrebato la vicegobernación, en donde azuzaba la posibilidad de “inmolarse” armando un tercer frente, algo que hizo en otro momento, en sus comienzos en la arena política, cuando convenció al anciano yerbatero que se presentará como gobernador, para que alcanzara este la diputación nacional, gracias al saco de aquel, como lo alcanzó.
Desde la contundencia de los menos de quince mil votos de su partido propio, siempre se supo que en el turno del 2013-2017 el segundo lugar era para un peronista (el peronismo a nivel nacional estaba en el poder pero ya se advertía un peronismo no oficialista), y para el gobernador, le resultó más económico (en todos los términos) disfrazar o arropar a quién fue demócrata progresista, como desarrollista, en tal oportunidad como peronista. En la elección de medio turno (2015), en las provinciales, el apéndice reventó, como símbolo de que más allá del millar de contratos disponibles en el senado provincial, esos quince mil votos, a lo sumo serían tanto más que los contratos laborales cedidos a fuerza del desparpajo de estar en poder, sin haber repartido con una lógica justa ni ecuánime. Ni un voto mas, ni un voto menos, en la incapacidad política de retener hasta el entonces único diputado provincial cuando marcho por colectora. Es que sí bien uno debe creerse su propia exageración, para venderla mejor, tampoco puede empacharse, porque se cae en la malidicencia y en la ordinariez.
En este estadio es en donde puede volver a caer, el hilo es muy delgado, sobre todo cuando se deja conducir por el rival principal de su jefe. Ya le paso cuando en título catástrofe le titularon, con su guiño que le estaba marcando la cancha al gran señor. Ahora le sacaron la foto con el candidato opositor, podrían avanzar con sus conversaciones con los consultores que comparten. En el juego del capricho, en la lógica de querer ser a costa de todo y negando a quiénes hicieron que este donde está, podría terminar perdiéndolo todo, el patrón no juega a medias tintas, no titubea, ni histeriquea, si juegan con el oriental, los reduce y pulveriza. Públicamente ya lo sopapeo, en términos de poder, lo corrió al costado, la respuesta fueron más palabras que no dicen nada, o que es peor, que son manejadas por el oriental.
Este ajedrez va a terminar por puntos, no habrá jaque mate, muchas piezas caerán en las distintas batallas que libraran los popes, quiénes solo pueden mirar, tienen la noble tarea de narrar las tácticas y estrategias, los gambitos más logrados, como este y como los que vendrán.
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