La Tierra sin Males.
Cuando arribaron a éstas tierras los extranjeros, se hallaba en pleno auge el Mito de “La Tierra sin Males”, profética creencia de fervorosa adhesión generalizada entre los grupos guaraníes.
Según la cosmovisión aborigen, la Primera Morada fue destruida por el Gran Padre Primero, por estar enferma y degradada debido a las iniquidades de los hombres. Un pavoroso incendio seguido de interminables lluvias que inundó toda la superficie, acabó por destruirla. Solo quedó a salvo una pareja para reiniciar la actual población terrenal pero la tradición guaraní, presagia que también la actual Morada, correrá la misma suerte, porque los hombres siguen cometiendo necedades que envenenan el medio ambiente. De ahí la fantástica y maravillosa idea de buscar “La Tierra sin males”, la que ya no sufrirá de las mismas desgracias.
La ideación de tal posibilidad sirvió de anclaje para evitar el desahucio por lo que se afirmaron férreamente en la posibilidad de alcanzarla mediante danzas y cantos rituales mientras marchaban hacia el Este, hasta llegar al lugar donde está el Padre Sol. Por muchos años, los grupos tribales realizaron, en sucesivas oleadas, esa marcha. Ante la imposibilidad de continuar la marcha por la valla del océano, pensaron que ese camino estaba cerrado por las malas costumbres de los seres humanos.
Desilusionados por la frustración de sus esperanzas, decidieron desandar el camino y retornar tierra adentro, a la selva natal, con la ilusión de encontrar en ella el “Ombligo de la Tierra”, en la convicción de haber descubierto ese lugar en el Cerro “Jasukarenda”, ubicado en la región guaireña del Paraguay. Desde allí, el Gran Padre Primero, habría realizado sus creaciones. En la actualidad, diversas parcialidades guaraníes siguen juntándose alrededor del mencionado cerro para seguir sus danzas y sus cantos rituales rogando el milagro de una verdadera redención. Por Girala Yampey
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