16 de enero de 2017

Vignolo-Meixner la fórmula que suena de la posible reinstauración del Frente de Todos.

Dicen que del selecto café de Gorlero, en Punta de Este, al vernáculo del Guaraní, vía el teórico engominado se dispersó, como reguero de pólvora, lo que dan en llamar el armado a la Misionera (por la sucesión poco traumática en el frente gobernante y por la figura de “consiglieri” de otro ex mandatario, como amo y señor del legislativo) que entronizaría al cachorro predilecto de Ricardo, junto a otro selecto, en este caso de la renovación. Democracia a la correntina y jaque mate a la posibilidad de otra cosa.

El acuerdo no está cerrado, no porque no convenga a las partes, sino, básicamente, porque entre ellas se desconfían hasta en las señas y los amagues. La propuesta que habría provenido desde la oficialidad provincial, tendría como obsequio no menos importante, la continuidad en el municipio capitalino del ingeniero, dejando morir de paso, al cardiólogo del club remero que nunca fue un leal absoluto al patrón. Es más el hombre, que apostó desde siempre a don Mauricio, fue un producto del primo innombrable y de acuerdo a las mismas huestes oficiales, hubiera sido mejor perderlo que encontrarlo. Sin embargo, desde la trinchera de la histórica renovación, nunca dan puntada sin hilo. Al Mercedeño lo conocen desde las primeras épocas, cuando le prestaron el invaluable servicio de ir en las listas del preso naranja para ponerle los votos al aire fresco. Desde esa vez, y con razón, creen ser merecedores de mucho más de lo que han tenido. Ocurre que no pueden gritarlo a los cuatro vientos, entonces en su debilidad esta su fortaleza. Esto mismo lo sabe el gran patrón, de allí que los maneje con la intriga, tal como lo hizo con la reforma de la constitución, cuando les hizo creer que lo habían timado. El famoso, “tenemos diecinueve votos y medio”, otro gran hito declarativo del engominado senador, a quién los detractores de lo democrático, sí es que este sistema alguna vez cae, le deberán más que un monumento, no había sido más que una muestra de esta negociación que es la verdaderamente importante; la sucesión.

Del otro lado del río, quedaría Camau, a quién nunca aceptaron como propio de la tribu los políticos de tradición, junto al Dr. Confuncio, quién en su nuevo rol de coordinador estratégico, ha logrado revitalizar en grado sumo a Vamos compañeros, rescatándola del olvido y de su accionar meramente testimonial, para situarlo como opción de poder real, mediante la carroza más atractiva que muestra el carnaval electoral, pero que no por ello, necesariamente será la ganadora. Esta prueba furibunda de maquiavelismo, es tal vez, la paradoja en que lo envuelva, en ya la vuelta de la vida, al gran Confucio, tiene como arma, como herramienta, al más lindo del salón, pero la doble caño, más poderosa  y con máximo poder de daño, la tiene sobre su cabeza, se la tienen jurada, y en donde el este, los otros estarán enfrente.

En el medio, como siempre, estamos el millón de correntinos que quedamos o que regresamos del exilio forzado en otras tierras. Somos los que con la ñata frente al vidrio, vemos a los “arandú” del guaraní, como se reparten la provincia, como si fueran platillos de aceitunas, los llamados, obligación mediante a que votemos por uno o por otro, en el mejor de los casos, nos dejan ingresar un ratito, al lado de adentro del blindex, necesitan de quiénes les lustren los zapatos, paseen a sus hijos, le armen los jingles de campaña, y repartan los cortes de chapa, los bolsones de mercadería para esos otros que están aún más abajo, que ni siquiera tienen la posibilidad de pasar por la vereda de la confitería en donde se define el poder provincial. Los críticos, o quiénes manifiestan querer otra cosa, tienen, a regañadientes, los espacios que se lograron conseguir, como para expresar sus ideas y posiciones, cada tanto son azuzados, operados, invitados, seducidos a que manden a alguien a que haga detonar el bar, buscan quedar en posición de víctimas los victimarios, y de esta manera, terminar con lo poco de la fantochada democrática. Es raro, paradojal, pero quiénes más la critican, a la democracia, son los que mejor y más fuertemente la defienden, y quiénes, consciente o inconscientemente más la atacan o perjudican, son los que más y mejor se sirven de ella.   

Las fórmulas nacen de los bares, la democracia contemporánea anida en un bar y probablemente muera en otro. Lo democrático del bar es que ni siquiera el que paga tiene el derecho a tener la razón y la misma no está sometida, a condicionadas o tramposas mayorías que son en verdad simples ratificatorios de los caprichos de los poderosos, como la otra democracia, la que está solamente en las lapiceras de los tipos que deciden quiénes serán los candidatos.

 


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