El senado no es cultura.
Cualquiera que sienta curiosidad y asome su anatomía en la legislatura correntina se encontrara primeramente con una gran puesta en escena que dice a todo color “el senado también es cultura”, es un ciclo de verdadera astucia para intentar aggiornar a una institución arcaica en sus costumbres y fascista en su accionar reglamentario, algunos aseguran que en ese vetusto edificio late la democracia, en realidad lo que late a todo bombo es la vejez de una idea ruin de tinte monárquico. El salón de los “pasos perdidos” sirve para divulgar y promover el arte joven correntino pero en una verdadera mise-en-scène, al otro día todo recomienza nuevamente, la legislatura se convierte en coto de caza para cualquiera que quiere recorrer un edificio público en libertad, primeramente se topara con un tamizador humano con su boca rodeada de azúcar impalpable muestra del exceso de productos farináceos o la sobredosis de facturas que comen, el buen hombre hará un escáner visual para constatar si estas apropiadamente vestido para circular en un lugar “que también es cultura” o peor aún, un lugar que se dice democrático.
El senado no es cultura, es un edificio que guarda las calamidades más atroces de una provincia sumida en la absoluta miseria, la legislatura se levanta como edificio-munumento de la exclusión social por excelencia, siquiera un ciclo impostado lava la cara a tremenda desconexión con la realidad de los de a pie, resulta mucho más pornográfico los arreglos que por debajo de la mesa hacen los “representantes del pueblo” para mantener su estatus quo que las prendas de vestir que puede llevar un ciudadano como un total acto de libertad, pero en la legislatura todavía creen que son el templo de la verdad y salvación correntina y no es así, no falta mucho tiempo para que pase a ser un simple museo de las horas negras de la tierra que vio a los guaraníes cuidar de esta tierra.
El senado también es cultura es una simple herramienta de negociación que intenta apropiarse de la identidad, de la identidad del artista en cuanto tal, se convierte en la vía de disputa política por el reconocimiento de prácticas, identidades y derechos, el senado quiere acaparar y guiar una disputa que perdió hace mucho tiempo, irrecuperable, el arte se produce y re-produce en esta do anárquico, la legislatura se mantiene apenas en una verticalidad autoritaria sin autoridad, el “político profesional” nunca va entender cómo funcionan los procesos del arte por el simple dato que es incomprable en su mayoría.
Por más que se disfrace la legislatura de abierta, que por naturaleza debería serlo, ya que dicen que es donde late la democracia, nunca será lo que pretende ser si no es refundada, los conceptos se erosionan al instante cuando se pone a prueba esa “nueva cara” que intentan mostrar, que es un proceso de transformación falso, las desigualdades sociales que ciclos como “el senado también es cultura” pretende menguar nunca ocurrirá porque su génesis es mentirosa, es oportunista y nimia. El senado no es cultura y mucho menos democrático porque no le da el cuero.
El arte se focaliza en la idea, trasmitir ideas por medio de un lenguaje no hablado, las instituciones de tipo opresoras como la legislatura no trasmite ideas, las impone ilegítimamente en un proceso ilógico que llaman democracia representativa, el senado no es cultura, es un reducto captador de voluntades imposibles de captar, la legislatura carece de ideas mientras se ahoga en ideologías ficcionadas, la institución legislatura y sus miembros es inútil a la sociedad, rapiñan más de lo que entregan, la cultura y el arte tienen sus propias reglas donde no ingresa el Estado en su calidad de rector de la vida y muerte de los ciudadanos, el arte es zona vedada para la mentira del eje discursivo de la representación política y antidemocrática. El senado nunca va ser cultura porque no siembra nada.
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