29 de noviembre de 2016

El periodismo correntino no existe.

Me sorprenden las discrepancias en el mundo del periodismo sobre lo que realmente ocurre, porque hace a lo mejor cinco o diez años sí podía ser cierta esa visión de una arquitectura más conceptual, pero hoy en día esta distinción es totalmente irrelevante. Rem Koolhaas.

 

En el incandescente horizonte norteño, para ser preciso en lo posible, este norte que habitamos que pende del mapa geográfico de un extenso e irreconciliable país, nosotros, acá, desbordados por la proximidad consiente de caernos encima de Brasil o Paraguay en un desfiladero que nos propone el vacio mismo, nosotros que en un acto delirante,  estiramos el chicle al límite, en una punta, descomunal monumento al comandante Andresito y en la otra punta, Juan de Vera, así no hay tendón que aguante y entendimiento inteligible que comprenda que es todo lo que suponemos totalmente creídos que somos, la misma liquidez en la que andamos por la vida nos liquida en cada esquina. Pero en este norte abrasante que vive más por un ejercicio  intuitivo que por racionalidad, como si fuera que la memoria genética de los viejos o antiguos pobladores de estas tierras nos mandaran un mensaje sanguíneo enseñando a sobrevivir en la adversidad de la jungla moderna.

La comunicación en ocasiones, en muchas, en demasiadas ocasiones, in-comunica a sabiendas de la propia in-comunicación que prevé realizar el medio de comunicación, el medio de comunicación no tiene su raíz fundante en lo que dice que es sino, en lo que pretende ser de su naturaleza misma, convertirse de repente en faro de la discreción informativa pero al mismo tiempo, arrogándose un calidad ético-moral comunicativa, la credibilidad es el activo más preciado del universo comunicacional, pero credibilidad hacia dentro, no hacia el comunicado, creíble tiene que ser el discurso que penetra entras las capas subcutáneas del generalato que subvenciona al medio in-comunicador.

El periodismo correntino no existe, vaya a saber uno si por voluntad propia o por algún grado degenerativo del oficio en manos de algún agente extraño, lo visible cada jornada hábil es su invisibilidad, el periodismo se convirtió en agentes de prensa gacetillero de los Estados en cualquier orden que se prefiera (federal, municipal, provincial) perdieron toda creatividad posible transformándose en divulgadores de la bajada de línea oficial, puede ello comprobarse empíricamente todos los días, la construcción mundana de cada medio ronda en el absurdo, los separa distancias inabarcables, de polo a polo, perdieron toda identidad al colocarse bajo el poncho de dueño de la chequera circunstancial, actúan como bloques instaladores de verdades y realidad de dudosa existencia, se auto-instituyen como focos de influencia social que en realidad carecen de toda esa mitología berreta y superficial en la que habitan. El periodismo correntino no existe porque no hay información sobre la cual reflexionar, en la pausa eterna no hay movimiento que medir.

El periodismo correntino no existe. En la última semana pudo comprobarse, la mitad del nido comunicacional empollando la “noticia” del procesamiento del intendente de la segunda ciudad de la provincia, haciendo de la tecnología su herramienta pandemia, mientras la otra mitad yendo con todas las armas disponibles contra Macri y sus socios locales y a la vez asumiendo la inexistencia de la otra noticia, que la otra mitad esparcía por doquier, se niegan mutuamente, niegan al periodismo los mismos periodistas dejando ver el abismo de oficio periodístico y la grandeza del negocio económico de la “noticia”. Si por esas casualidades de la vida mañana desaparece el Estado, automáticamente desaparece el periodismo correntino que no es otra cosa que un apéndice gacetillero de la estructura estatal.

 

Por Juan Orlando Delapolemis.


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