31 de agosto de 2016

Reverdeciendo al estancamiento.

Pero sin cambio no hay tiempo; pues cuando no cambiamos en nuestro pensamiento o no advertimos que estamos cambiando, no nos parece que el tiempo haya transcurrido. Aristóteles, Física.

 

Las agresiones sufridas por el presidente Mauricio Macri en ocasión de visitas a los barrios para dar anuncios y otras yerbas solivianto un revuelo en los antros del Ministerio de Seguridad y en la opinión mediática, según el jefe de Gabinete, Marcos Peña, las acometidas recibidas por Mauricio Macri llegan desde sectores minoritarios y puntuales con violencia, la reflexión del jefe de gabinete es acertadísima, de hecho, si las agresiones llegaran de sectores mayoritarios ni el, ni su presidente estarían en funciones. El tipo de declaraciones como las de Marcos Peña que acabamos de conocer se cultivan en un inmensa cantidad de cerebros que solo conciben al mundo de lo político y democrático en términos de mayorías y minorías, cuantificaron una cualidad como el ser democrático y el ser político, todo reducen a números, cerrando de cuajo cualquier entendimiento humano que no tenga relación con la posición de poder de acuerdo al número que se blande. Es uno de los motivos cruciales del fracaso de los llamados “consensos” en la politiquería argenta, que no tiene sustrato en el debate serio de un tema hasta llegar a la mejor solución sino, un tome y daca, me das los votos de tus diputados y te doy cuatro obras públicas. La resultante de esta práctica adicta es la mediocridad diaria que vemos en el llano.

Similar es lo que ocurrió con el tema de la reforma constitucional en la Comarca, el tiempo que duro el chasco se hablo única y excluyentemente de “consenso”, seguido automáticamente de “los números” en la legislatura, reduciendo todo lo político al arrime de legisladores que no fueran elegidos para votar una reforma constitucional, pues, no formaba parte de la plataforma electoral (inexistente). Cuando el capricho reformista que no es nuevo (arranco a finales del año 2014) acuso vencimiento sin proliferar se les encendió la lamparita y dejaron conocer algunos puntos “a reformar” como manotazo de ahogado, se acordaron de repente de lo cualitativo de la “política” por encima de lo cuantitativo, cosa que hasta el momento no dio resultado por la flaqueza intelectual del proyecto, sin mencionar la letra chica o los designios verdaderos ocultos debajo de la alfombra.

En los últimos días se reactivo el operativo “reforma” nuevamente, como para alargar la agonía que trae desde sus inicios, existe, -no podemos negar-, la posibilidad de que se levante como el ave Fénix de las cenizas ya que es una cuestión de números en la legislatura y no de un debate filopolítico y mucho menos jurídico, todavía se puede azotar a un caballo muerto para que arrastre la carroza. La confianza en las instituciones y la participación respetando las reglas del juego son fundamentales para la legitimación de la democracia, la realidad muestra otra cara, la participación ciudadana en la política es escasa e incluso rehúyen de ella por temor a quedar “pegados” en una red de complicidades, mucho menos se respetan las reglas de juego básicas, vivimos en una democracia anémica, imaginativa y retorica más que real y ejercitable. La democracia de ninguna forma puede ser simplemente un método aplicable a un sistema político, la legitimidad del sistema político democrático sólo puede vivir en salud cuando cuenta como pilares fundamentales: un plexo normativo constitucional como reglas de juego primordiales, decididas por todos y no por un grupúsculo de legisladores en lugares azarosos y circunstanciales. Mientras nada de esto ocurre se habla demasiado de gobernabilidad provocando hipertrofia en el desconcierto de la sociedad y zozobra, porque gobernabilidad esta íntimamente relacionado con crisis en la berreta democracia que nos venden.

Por Carlos A. Coria Garcia. 

 


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