28 de julio de 2016

La fábrica de oscuridad.

Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga, miente, y posea lo que posea, lo ha robado. Falso es todo en él; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso sus entrañas. Estado llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos: Estado, al lugar en que todos, buenos y malos, se pierden a sí mismos: Estado, al lugar donde el lento suicidio de todos se llama la vida. Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche.

 

Hace tiempo asistimos a una debacle del capital como medio de organización económica, los países potencias europeos colapsan internamente repercutiendo en los países satélites, el capitalismo vive su periodo de crisis más profundo de los últimos tiempos.

Funcionando como si fuera una compañía teatral: autor-director-actores de forma vertical, se conforman dominios infranqueables, la línea de producción se sostiene inevitablemente con la necesidad del obrero de trabajar para subsistir, de trabajar en las condiciones que sean. El mundo de hoy ya no debate entre los que están arriba por oposición a los de abajo, la cuestión se profundizo tanto, que debemos hablar de los que están afuera y los de adentro, la exclusión es el nuevo factor común, exclusión incluso de las cuestiones más básicas de la humanidad como por ejemplo, la democracia. Las diferencias o desigualdad si se quiere, no son malas en sí mismas, pero las desigualdad extrema con distancias entre opuestos tan grandes no pueden ser buenas de ningún modo.

El protohombre que engendra la occidentalidad brutal termina por diezmas las comunidades más sanas y libres, una maquina humana puesta al servicio de la producción de bienes y servicios cualquiera sean excluye a quienes quieren vivir la vida de otra manera, conectados con la naturaleza, con lo genuino de la madre tierra, con los vínculos humanos menos artificiales.

Sobre el tablero se pone en juego la construcción y mantenimiento del pastoreo de humanos, a cada uno le corresponderá su pastor, tema que la filosofía se ha ocupado por largo tiempo, el poder económico con su brazo armado que son los partidos políticos se disputan la fabrica, cría y domesticación del hombre, línea productiva que comienza desde el jardín de infantes donde se infecta a los pequeños que en el mundo existen los que mandan que son los menos y los que obedecen que son la mayoría. Las camarillas de los mandamás creen que sobre ellos por pertenecer a un lugar exclusivo recae una suerte de derecho de procreación y tutorial sobre los demás, están convencidos que todo gira en torno al centro de la estatalidad, cerebros podridos que hunden y pisotean las libertades naturales, dividiendo, fraccionando y reclutando soldados para sus causas más intimas.

Ellos, los que están adentro no se les pasa por la cabeza abrir las puertas o ventanas para que ingresen todos aquellos que los mantienen dentro, en un acto de autopoiesis  se recrean para seguir estando, utilizando el método y el camino que cumpla sus fines sin miramientos, toquetean hasta los lineamientos básicos de convivencia, hacen suya la Constitución por ejemplo, creyéndose que tienen la potestad exclusiva de ir decorándola a sus necesidades pornográficas y fetichistas.

Para que exista la luz es preciso la existencia de la oscuridad, el cuerpo humano envejece, muere y se pudre, lo mismo ocurre con los procesos sociales, cuando llegue el momento histórico los de adentro terminaran mosqueando en el olvido, incluso de sus más fieles adictos, simplemente hay que esperar que la naturaleza haga su labor. La luz está más cerca de lo que parece.

 

Por Carlos A. Coria Garcia.

 


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