26 de junio de 2016

El regreso del Rey mago.

Pero debes aprender una cosa, imprimirla en su mente todavía maleable: el hombre tiene horror a la soledad. Y de todas las especies de soledad, la soledad moral es la más terrible. Los primeros ermitaños vivían con Dios. Habitaban en el más poblado de los mundos: el mundo de los espíritus. El primer pensamiento del hombre, sea un leproso o un prisionero, un pecador o un individuo, es éste: tener un compañero en su desgracia. Para satisfacer este impulso, que es la vida misma, emplea toda su fuerza, todo su poder, las energías de toda su vida. ¿Hubiera encontrado compañeros Satanás, sin ese deseo todopoderoso? Sobre este tema se podría escribir todo un poema épico, que sería el prologo de El Paraíso perdido, porque El Paraíso perdido no es más que la apología de la rebelión. Las Ilusiones perdidas, Honoré de Balzac.

El cielo divino del presente que nos proponen las comunidades de nuestras latitudes, es una nostalgia epocal, todo gira en la periferia del cosmos del Estado monstruoso como Leviatán. Como si la vida humana fuera determinada estrictamente por voluntad de las manos sabias de un grupúsculo insignificante, la nueva iglesia esperanzadora del poriahu es el Estado y los sacerdotes liberadores se presentan inocentones y vitalicios.

El Gildo-Estado de repente se pone de moda, deja de ser una utopía local para tomar esa forma tan ansiada por los adictos a los privilegios, aquellos que no pueden determinarse si no es a través del enquistamiento dentro de los palacios estatales, son tanto y en cuanto ostenten un conchabo gubernamental, mutando hacia una suerte de vida apoláustica generando una excitación erótica sobre lo material, en realidad lo público.

Cualquiera sea la costumbre o creencia, por más que se presenten como absurdas o degradantes ya sea a los fines leguleyos o como estilo de vida en comunidad, la maquinaria que logre el fin propuesto de unir al individuo con los demás se trasformaran en refugio del “vamos bien”, “vamos juntos”, “vamos para adelante”, que constituirá una barrera para la siempre temida crisis que tanto temor genera, la zanahoria siempre corre delante y nunca se alcanza, es una promesa siempre a futuro, lo mejor siempre está por venir pero para ello hay que seguir tal cual se está, cuando los engranajes estén bien aceitados la maquina feudal arremeterá sobre todo y todos y no quedara lugar donde resistir, la suma del poder público es el fin en sí mismo. ¿Podrá el pueblo soberano evitar perder su soberanía en manos de la tiránica mayoría?

La libertad se presenta como una señorita con la que hay que hacer el amor recostados sobre un colchón de cadáveres. Las probabilidades ciertas de instalación del Gildo-modelo no son productos azarosos o mágicos, tienen su causa en el voto o sufragio, en la volonté générale que J. J. Rousseau puso terriblemente en duda, y ahora si, por arte de magia hicieron desaparecer cuando se colgaron de sus ideas contractualistas. La existencia de la idea concepto de la volonté générale justifica la permanencia vitalicia si se quiere, la ocupación total y absoluta de todo lo público. 

Por Carlos A. Coria Garcia.


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