5 de junio de 2016

¿A quién o quiénes representa el Senador Roberto Miño?.

Hace dos años nos preguntábamos quién era. No por nada particular, dado que como todos y todas, no había atravesado ninguna interna para que lo depositaran en el lugar de lo lista que lo ungió como Senador. Averiguando un poco y tras varios enojos siempre con el mensajero, desde sus huestes, nos dijeron que era médico, sanitarias, rural (una hermosa historia personal, una especie de Che en sus comienzos) pero que está característica de Galeno, no fue lo que lo consagró. Su vínculo, casi indiscernible con el entonces Senador y hombre fuerte del Peronismo Fabianista o el añadido a la Renovación (Rubén Bassi, quién lo hizo político a su primo Gerardo, actual Intendente y Presidente del Pj provincial, enfrentando, ni bien tuvo poder, a su hacedor y a varios más, que mientras la gran mayoría de sus compañeros, pintaba y pegaba afiches por un puñado de votos, el profe en el mejor de los casos enseñaba a gurises a cómo hacer una bandeja en el club unión…) fue lo que lo ubicó en una banca en el Senado. Años después y casi amigablemente ciertos medios se asombran del parecido del Senador con Pinino Más (un jugador de futbol) y van descubriendo que ejerce su representatividad con el sector al que le debe algo más que los cientos de miles que gana al mes. Como debe ser, o acaso ¿debemos seguir creyendo que los legisladores representan a quiénes los votamos? si ni siquiera sabemos quiénes son, ni cómo llegan donde llegan, menos podríamos pedirle que hagan algo en nuestro favor.

La política es una actividad pública, por antonomasia, al punto que administra, o sus hombres, los erarios que nos pertenecen a todos. Bajo esta definición básica, y específicamente en relación a  nuestros representantes, provinciales, a quienes por voto popular, elegimos, en el caso del poder legislativo, para que nos brinden un mejor marco normativo y que sean un contrapeso real en relación a los otros dos poderes, no podemos, al menos, los medios de comunicación, desconocer o saber muy poco, de la actividad política o parlamentaria propiamente dicha de los mencionados, a razón de ello, inauguramos una sección en donde, antes que prejuzgar o presuponer que tal senador o diputado, es conocido, popular, ha tenido tal o cual trayectoria (como si esto fuesen elementos decisorios o de fuste) hacemos públicas nuestras dudas, para que usted, caro lector nos puede proporcionar lo que quizá sabe, y nosotros desconocemos. Por sí a alguien alguna duda le cabe, a este Senador, le hemos solicitado, en varias oportunidades que nos pudiera brindar una entrevista.

En el microclima de esa legislatura vetusta y anacrónica, que algunos la pueden ver como una reliquia antigua (lo que no podrán desconocer es de su pésimo mantenimiento y de sus agregados o injertos de oficinas y de extensiones que bien podrían generar accidentes laborales para los empleados que circulan por estas reformas, carentes de sentido estético y de certificados de seguridad) sus protagonistas, es decir aquellos que tienen la prerrogativa, entre tantas, de estacionar sus vehículos frente al propio edificio (para lo cual la policía de corrientes, debe destinar al menos dos efectivos que bien podrían estar cumpliendo otra función…) pueden sentirse como semidioses a quiénes el resto de los mortales le debemos rendir pleitesía, y puede que estén en lo cierto, de hecho sí así se sienten y actúan en consecuencia es porque existe un correlato o un contexto de verdad en esto mismo, lo que no implica que al salir, o en el afuera, de esa suerte de castillo feudal, en el bosque en donde la mayoría de los correntinos la pelea a diario, todos debamos corrernos para que se sienten en las primeras filas, para que no hagan cola en los bancos y para que se les crea todo lo que dicen.

Nadie está diciendo que un político,  o un legislador debe necesariamente ser famoso como una estrella de cine, tener en su cuenta de red social cinco mil amigos, y salir en todos los medios de comunicación, como muchos lo hacen, pero creemos, con todo el peso de la responsabilidad de equivocarnos, que aquellos “menos conocidos” a quiénes se le ha solicitado, en varias oportunidades que nos brinden una entrevista como personalidades públicas que son, que este tipo de secciones, los pueden llamar no a la reflexión, pero sí se sientan impelidos a que nos envíen mediante sus secretarios, a quiénes también le pagamos nosotros el sueldo, de los suculentos cupos que manejan, que nos envíen un boceto de cómo han llegado donde están, los proyectos o iniciativas que presentaron o en las que están trabajando, con eso nos alcanzaría, no a nosotros sino a la comunidad para tener una mejor calidad democrática, este tipo de acciones valen mucho más y salen mucho menos, que capacitaciones, que viajes, que declaraciones, que merenderos con facturas caras y barrios con peloteros por horas un domingo de agosto.

  


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