La política y su vinculación directa con los animales.
Fue Enrique VII el que por primera vez sintió profunda necesidad de contar con una persona que oficialmente se haga cargo de su caca, o sea, instauro un funcionario con la tarea específica de que le limpiara el ano pos deyección de su caca real. Una suerte de Ministro Real de la Mierda. Jorge III “el loco”, que vivió entre los años 1760-1820 usó durante su reinado de este Ministro Real de la Mierda a unos nueve en distintos momentos.
El funcionario al que nos referimos los ingleses en su lengua lo llamaron Groom of the Stool, en traducción a la lengua española quedaría algo así como Mozo Limpiaculos, el cargo real no fue solo un oficio escatológico por excelencia, sirvió para llegar muy alto en la carrera política, así tenemos el ejemplo de John Stuart, que llegó a ser primer ministro británico después de su paso por el bizarro puesto de Ministro Real de la Mierda.
Modernamente el funcionario encargado de la mierda del gobernante muto, cambio por el de cebador de mate oficial, de acuerdo a su arte de preparar y administrar la infusión chamanica podrá no muy lejano en el tiempo, recibir un premio con algún cargo disponible o, de lo contrario se le inventara alguno.
Habiendo realizado la remake del tema fecal hoy, nos centraremos en los animales y su vinculación directa con la política. Los gustos van desde lo exótico a lo previsible, entre los elegidos encontramos a presidente norteamericano Theodore Roosevelt que supo tener el mayor número de animales-mascotas que se pudo ver en la histórica Casa Blanca. Su colección fue increíblemente extravagante que supo tener un pequeño oso llamado Jonathan Edwards.
Continuando con los presidentes del país del norte a Bill Clinton lo acompaño en su administración un gato llamado Socks, tal fue la fama que supo construir el pequeño felino que llegó a recibir más de cien mil cartas por año durante, incluso Socks, cuenta con páginas de web propia, redes sociales y un club de fans global.
Dentro de lo exótico y casi psicopatológico se nos viene a la mente el ex presidente Janez Drnovsek de Eslovenia, durante su periodo al frente del país lo acompaño un can de raza mastín a quien llamo Brodi, lo estrafalario de la relación humano-perro viene cuando Drnovsek, en un encuentro con la prensa local sostuvo enfáticamente que Brodi se había vuelto vegetariano al igual que él.
Cruzando el charco y ya en terreno latinoamericano la cuestión empieza a volver mística con Nicolás Maduro quien aseguro en la casa donde nació y vivió Hugo Chávez (ya fallecido) sintió que su ex jefe se le apareció en forma de pajarito chiquitico y lo bendijo al arrancar la campaña electoral, a partir de ese momento el chiquitico plumífero se convirtió en su asesor principalísimo y los resultados de esa relación se plasmo en la extraordinaria realidad y actualidad de Venezuela.
Argentina no está ajena a esta larga historia y vinculación entre política y animales, a la ex presidente/a Cristina Fernández le fue regalado por el hermano de Hugo Chávez un perro llamado Simón en homenaje a Simón Bolívar, el pichichu es de la raza Mucuchíes, considerada la raza nacional venezolana. Retorcijones para Don Simón Bolívar cuando se entero en las faldas de quien estaría.
La parte más divertida de la zoología –por llamarlo de algún modo- en la política es la que cuenta Suetonio sobre Calígula, y la desopilante idea que tuvo al nombrar Cónsul a Incitatus quien fuera su caballo preferido. Calígula no estaba tan loco como se dice, el nombramiento de Cónsul a su caballo preferido fue una forma de constatar la actitud servilista y pusilánime de los senadores de su Imperio. Hoy día, la anécdota de Incitatus se traduce palpablemente, en que cualquier Groom of the Stool o cebador de mate, puede llegar a ser diputado, senador, intendente, ministro o concejal y Calígula seguirá teniendo razón, los senadores y diputados serán perros falderos del señor de la Comarca, siempre.
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