El Déjà vu en la noche, muerte.
La tapa que tapa. El “temita” Lázaro Báez se sostenía viento en popa, con el empresario preso (como gusta llamarlo el mundillo comunicacional) la “justicia” federal cumplía con sus meritos para zafar del infierno, luego de la complicidad necesaria o para ser más benévolos, connivencia durante 12 años con una fenomenal banda criminal. Los buenos vientos para navegar se vieron interrumpidos, casualmente, como siempre pasa en el país, por otro viento que lo cruza en dirección contraria.
Los Panamá papers no rindieron los frutos que se esperaban, no tuvo el peso especifico para borrar de las portadas el caso Báez, como si fuera mandinga, cayó del cielo el homicidio en masa en la fiesta electrónica Time Warp que promete salpicar con deyección fecal o de mierda si me permite doña Rosa, parafraseando a Bernardo Neustadt, para todos los puntos cardinales.
La causa judicial del tendal de muertos que dejo la Time Warp recayó en lenteja Sebastián Casanello (conocido por dejar hacer, dejar pasar) quien “investiga” que fue lo que ocurrió la noche trágica donde las drogas de diseño corrían como caramelos pero nadie sabía nada.
Entre los implicados (responsables) se encuentra el empresario Adrián “El Pollo” Conci, cabeza de la empresa Dell Producciones, y haciendo una remake de los años noventa nunca olvidados, aparece quien fuera el abogado de Monzer al-Kassar (contrabandista de armas y terrorista) hoy preso Víctor Stinfale, quien sería el “verdadero” dueño de la empresa productora de las festicholas alucinógenas. Lo que intenta conocer lenteja Casanello es el modus operandi para la venta al por mayor de las pastillas “superman”, como fue que entraron al predio, si existió o no el cacheo de Prefectura Naval que tiene jurisdicción en Costa Salguero y cuáles son las responsabilidades de los funcionarios del gobierno porteño.
En la suerte de “libertinaje” judicial que vive el país, no se espera otra cosa que comiencen a rodar cabezas, regresa del tiempo pasado la tragedia de Cromañón y los que lograron la destitución del entonces jefe de gobierno Aníbal Ibarra y las condenas de Omar Chabán, funcionarios del gobierno de la ciudad, policías de la federal y músicos, vuelven como jinetes apocalípticos para la politiquería, José Iglesias querellante en la causa Cromañón, Gustavo Vera titular de la organización La Alameda (que denuncio los 6 prostíbulos de Zaffaroni) y María Luján Rey, madre de uno de los muertos por la tragedia de Once, se presentaron ante lenteja Sebastián Casanello y solicitaron un amicus curiae (Amigos del Tribunal), que no es otra cosa que un instrumento destinado, entre otros objetivos, a permitir la participación ciudadana en la administración de justicia, se considera apropiado que, en las causas en trámite ante sus estrados y en que se ventilen asuntos de trascendencia institucional o que resulten de interés público, se autorice a tomar intervención a terceros ajenos a las partes. Tanto Iglesias, Vera y Rey consideran de extrema trascendencia institucional la masacre de Time Warp para dilucidar un entramado corrupto y consideran que la diferencia con la tragedia de Cromañón solo es cronológica. Pr lo tanto, el objetivo de los amigos del tribunal es ir hasta el fondo, que salten las térmicas otra vez de la corruptela del gobierno de la ciudad.
Vale aquí, hacer un homenaje a quien fuera en realidad, el fundador de las fiestas alucinógenas, adicto a las “superman” y a los negocios poco santos, fue el mismísimo es presidente Néstor Kirchner, quien confesó en una filmación que le daba éxtasis ver, acariciar y oler cajas fuertes. Fue el primero en llegar a la eyaculación imaginativa, una pasión irrefrenable, el punto G que solo se llega por medio del alucinógeno, en busca de la felicidad aunque fuera corta y efímera.
Por Carlos Coria García.
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