28 de febrero de 2016

Desplumados, volver al nido.

¡Entra traidor! ¡Intenta algún milagro! ¡Pase tu soplo vívido como una llama de vida donde el alma pueda despertar a la dulce Primavera. Y olvidar el invierno despiadado! ¡Entra traditore! Y vénceme, sofócame hazme olvidar la tempestad pasada. Arrúllame, adorméceme y procura. Alfonsina Storni, Plegaria a la traición.

Algo seguro debía ocurrir luego del cambio de gobierno en Argentina, el momento en que iba a ocurrir tal evento podía ser más lejano o cercano en el tiempo pero sucedería sin lugar a dudas.

La ruptura del Frente para la Victoria luego de la derrota tanto nacional como en la provincia de Buenos Aires era una verdad que precisaba de tiempo para consolidarse y demostrar que los kilómetros de tinta que chorrillo esta tribuna el año pasado anunciando tal evento no fue en vano.

Si acaso alguna vez el FpV fue una unidad solida, el material con el que fue construido es débil, tan débil como el interés económico-acomodaticio que lo vio nacer, el abanico variopinto que exponía tal núcleo duro nacional y popular en lugar de fortalecer, debilitaba aun mas, la voluntad humana es tan compleja que sería el virus patológico de la desintegración, de hecho, los soldados de Cristina fueron una fugaz y efímera imaginación comunicacional.

En el estado mercantilizado de la política en los términos de Shumpeter, algunos de los que recogieron  las calchas y se mudaron de comercio fueron correntinos, alegando inocentemente que el FpV solo era un acuerdo electoral. Se pasaron 4380 días o 12 años vociferando que el kirchnerismo era la superación del peronismo, el gobierno nacional y popular que devolvió dignidad a un pueblo alienado y saqueado. O sea que, durante más de una década usaron la figura taquillera en lo electoral de Cristina para copar bancas legislativas en todos los órdenes y comerciar favores para luego y antes que cante el gallo, destrozar el relato mítico de la refundación del país y huir de las trincheras que ya no dan rédito. La costumbre politiquera no da saltos, es decir que la costumbre histórica indica que cada determinado lapso de tiempo se abre el libro de pases con total impunidad, el sin sentido de auto-mentirse cobra todo el sentido cuando el producto cambia de góndola y comercio. Seguramente los ex nacionales y populares, soldados de Cristina volverán al nido que los cobijo, dio calor  y vio nacer para conservarse intactos en lo posible, nido conservador que los hizo jurar en una legislatura y que atacaron y combatieron cuando la ganancia estaba en el campo nacional y popular. El viento cambia y amontona las hojas secas e inútiles de rincón en rincón. Se acompaña hasta la puerta del cementerio, pero no se entra jamás.

Si ha de hacerse analogía los ex FpV están más cerca del jorobado que traiciona en Termópilas a Leónidas I que a Vidarna, General de Los Inmortales la temida guardia real de Jerjes I.

 

Por Carlos Coria García.


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