Quiero un lugar en el gabinete nacional.
Legalmente, como legítimamente, el titular de un ejecutivo, sea nacional, provincial o municipal, tiene la potestad de designar sus funcionarios, sin más arbitrio que el que se le venga en gana en tal momento, por lo general utilizan, la vara de la confiabilidad (por eso abundan parientes y amigos) y el del pago político o económico (sí no entro tal como legislador o como intendente, o tal partido que cosecho tantos votos, o tal sector de la sociedad aportante en la campaña).
Claro que quizá se le complique existencialmente o individualmente decidir, entre tantos amigos (recordemos que cuando uno tiene éxito las amistades florecen), candidatos a amigos o candidatas a cualquier cosa, parientes lejanos o cercanos, asadores de magnitud, cebadores de mate inigualables, dirigentes políticos o autoridades de partidos que aportaron en el siempre decisivo distrito de Estación Torrent, los 350 votos que maneja con firmeza más que feudal, Stalinista, los consultores o lobistas que con la frase conceptual y marketinera de “equipos técnicos” se la quieren llevar de cualquier lugar para pagar el Bonarda cosecha 1980 que degustan en restó de Madero, pero debe ser que está complicación, a nuestros popes les causa un placer único, colosal.
Deben tener en sus diferentes teléfonos o casillas de correo, un sinfín de mensajes, implorándoles lo que planteamos como título, esgrimiendo como argumentos desde una carrera universitaria plagada de cursos en diferentes claustros, hasta enfermedades terminales de familiares, recuerdos de lealtad hacia el pope desde la infancia hasta días recientes, planteos místicos, religiosos, azarosos y de toda índole y magnitud.
Tener en sus manos la vida de todos los solicitantes, debe ser espiritualmente gratificante para nuestros gobernantes, una suerte de alimento indispensable para adictos al poder, sentir que en sus manos o lapiceras está la felicidad o ruina de familias enteras, esperanzadas en entrar en el círculo del funcionariado.
Sí esto no fuera así, tendríamos hombres de poder que esbocen en que radicarán los parámetros de sus predilecciones, sea en el compromiso con un sector económico (porque consideran acentuar la gestión en tal ámbito), en la retribución hacia el trabajo político desempeñado, en la apuesta a quiénes se hayan destacado en sus profesiones u oficios, en una mezcla de lo que expresamos o en cualquier otra razón que en todo su derecho pueda tener en su manga el ungido por la voluntad popular.
Simplemente se trata de esto, nadie pretende desconocer el derecho político, es decir de entrar o cuestionar las decisiones del votado, pero una cosa es que tenga sus decisiones en la manga y otra cosa es que nos tenga a todos bajo su manga.
Porque que no le diga a su pueblo, al menos referencias generales, o definiciones a grandes rasgos de cuáles serán los valores sociales o políticos que hará preponderar para elegir a sus colaboradores, queda muy a contramano de la cercandad con la gente, de ser transparentes, de cumplir la palabra, de incluir, de la valoración de la institucionalidad y todas las palabras y frases bonitas que usan cuando son candidatos y prometen tantas cosas, que en verdad, con muy poco, pueden salir más que airosos.
Insistimos, deberían probar con esta nueva forma, porque lo que les puede dar adrenalina o cierta satisfacción (lo que comentábamos de tener a muchos en sus manos), a la larga se transforma en algo engorroso, fatigoso, que para mal de males, luego de un cierto tiempo lo podrán padecer ellos mismos, o lo que es peor sus propios hijos, habiendo tenido la posibilidad de institucionalizar formas un poco menos perversas del manejo del poder de la que en un futuro no muy lejano, como expresamos, también podrán ser víctimas.
Pero nada de esto, esta siquiera en la cabeza del gobernador, a quién lo que más le importa es que se cumpla la cuota societatis, es decir que el Presidente electo, sin chistar, designa a la decena de nombres, que tan prolijamente le lleva el mono a su diestra. Y como expresamos nada, alterará las razones de cómo se ingresa a esa lista, no existe ninguna posibilidad de que se modifique el parámetro, de lealtad, seguimiento o adhesión política. No se tratará jamás de que la provincia, envíe a sus mejores exponentes, a creer en lo que dice el Presidente, que querrá a los mejores en sus áreas. El cumplimiento de ciertos acompañamientos políticos, sobre todo en provincias del norte, arrasadas por el sometimiento cultural, es que sigamos así, en donde la vara que prevalece, es la del pelo del poderoso de turno y por ende los únicos que tienen posibilidades son los que se le cuelgan o se lo peinan. Todo o casi todo depende de la voluntad política, de quién se le parará al Presidente para pedirle que le designe a sus soldados, que en esta parte de la Nación, no se aplique esa regla rara de la meritocracia. Quizá sea a la corta o a la larga, otro triunfo del gobernador, generosamente acompañado por el azar de ofrecerle una oposición provincial que lo más fuerte y coherente que tiene es un dirigente que escribe columnas los domingos en su diario. Sin embargo, la naturaleza, sabia, no puede ser sorteada por los deseos de un hombre, de quién no siempre dependerá todo. Ni siquiera puede depender, que tenga ganas de ser abuelo, y aún no lo logre, porque su descendencia así todavía no lo haya querido, tiempos que son imposibles de manejar, como los de las dos décadas en el poder local, que más temprano que tarde, despertarán un mayor grado de hartazgo y cansancio, en las mayorías que entre tantas injusticias, han vistos, en estos casi veinte años, cobrar casi siempre a los mismos.
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