1 de diciembre de 2015

“Se acabó la leche de la clemencia”.

Rememorando la trágica, pero no por ello contundente frase del periodista Socialista, Ghioldi, en referencia a los fusilamientos de José León Suárez, bien podría utilizarse la expresión, para ponerla en cuerpo y alma del Federalismo enunciativo, semántico o de expectativa, que nunca se ha correspondido con el federalismo real, o mejor dicho irreal, con la que hemos forjado una Nación profundamente unitaria y macrocefálica. Independientemente del fallo reciente de la Corte y su inmediata y oportunista implementación, vía decreto, de la saliente, en relación a la Coparticipación, no menos cierto es que se trata de un tema capital, que no puede ser meramente gerenciado por programas con nombres de héroes, ni tampoco abordado como prenda de cambio de apoyos políticos o de trances electorales. El federalismo es lo que subyace a toda posibilidad de terminar de conformar un Estado-Nación, que pueda administrar, prudente y ecuánimemente, sus diversidades en tren de una convergencia que incluya a la argentinidad toda.

Tal como lo expresa la doctorando en ciencias Jurídicas, Viviana Verón en su más reciente abordaje teórico, en relación al federalismo: “El Dr. Jorge Reinaldo Vanossi, en el año 1964, publicó un ensayo titulado Situación actual del federalismo, haciendo hincapié en los aspectos institucionales y económicos de esa época. En el año 2004, en su obra La Reforma Constitucional de 1994, Capítulo 4 Viabilidad del estado federal, señala que los desafíos actuales de las sociedades son la globalización y el emprendimiento de la integración. Remarca que seguimos operando con estructuras ideadas en el siglo XVIII. La reforma de 1994 apuntaba a un pro-regionalismo, aunque con limitaciones, transformándose en un híbrido en virtud de las contradicciones que contiene el juego de centralismo y descentralismo que se da en el país. Indica puntualmente que la reforma contiene varias contradicciones, el nuevo régimen de coparticipación (art. 75 inc. 2) que forma parte de un catálogo de ilusiones. Así también el artículo 124 que queda en el repertorio de las cláusulas no operativas. La llamada cláusula del desarrollo (art. 75 inc. 19) en cuanto confiere mandato al Congreso de…promover políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de provincias y regiones…. Además que las normas constitucionales sólo contemplan dos centros estatales de decisión, la nación y las provincias y excluyen toda otra autoridad intermedia, y es concreto al decir que la realidad sobrepasa a la norma y procurar un Estado Federal con unidades en situación de equivalencia es una ficción.

Tal como expresa la jurista, esa realidad que supera a la norma, es la fundamentación de lo político. Precisamente, desde lo comunicacional, es casi un deber patriótico el poder abordar esta temática ante el nuevo gobierno, no sólo por el reciente fallo de otro de los poderes del estado, acerca de la distribución de la coparticipación, sino, básicamente, porque todo lo que se genera a partir de una nueva administración nacional, debería tener un estricto sentido republicano (es decir, no debería ser meramente ni la repartija de cargos de los profesionales de la política, ni tampoco, solamente, el cambio de eje, de reemplazar tecnócratas gerenciadores de multinacionales por dueños de comités o de unidades básicas) como el que estamos planteando, acerca de un tema, específico, concreto y determinado, que bien podría ser una de las causas principales, el no poder haberlo construido o constituido a lo largo de nuestra historia, uno de nuestros déficits capitales por antonomasia.

                               “Las mentiras siempre han sido consideradas como herramientas necesarias y legítimas, no sólo del oficio del político, o del demagogo, sino también del oficio del hombre de estado”. (Arendt. H, Verdad y Política, 1972, Gallimard).

En esta traumática transición y los primeros meses de gobierno (llamado también período de luna de miel con la ciudadanía) esa mentira necesaria que nos señala la filósofa, debería contenerse en sus márgenes indispensables, para que la Argentinidad pueda darse un debate, acerca de sus falencias nunca asumidas o poco trabajadas.

Estamos hablando, para hacerlo más gráfico y evidente, que todo tipo de negociación por mayorías en el Senado (donde los gobernadores opositores pueden tener mucha incidencia) tan necesaria para el ejecutivo que se inicia, no debería estar sujeta nada más que a repartijas burdas, a concesiones cortoplacistas, de prebendas institucionales o politiqueras, ni tampoco al entrecruzamiento de gobernantes que se pretendan eternos o patrones feudales que crean haber alambrado el latifundio de toda una provincia, sino lo que debe estar en juego es ni más ni menos la posibilidad de constituirnos como una Nación sólida que acorte la brecha entre lo teórico y lo práctico, entre lo deseable y lo real, porque esa grieta, es la verdadera, hendija que nos viene desgarrando desde tiempos inmemoriales y hasta que no podamos abordarla, seguirán, como hasta entonces, réplicas de supuestas grietas o de combates fantásticos, que no hacen, ni al fondo, ni a la cuestión misma, donde se debate, o se debería, debatir, con profundidad nuestra Argentinidad y su razón de ser.

       


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