23 de noviembre de 2015

Radiografía de la Grieta verdadera, las dos mitades o los dos países.

No nos debería sorprender, al puñado de hombres que el azar escogió para que escapáramos de la esclavitud política, económica y social, que legitima el federalismo ficto, que posibilita a los habitantes eternos del círculo rojo del poder, esos que brindaron con la misma marca del champán, en el mismo restorán en tiempos del menemato o del kirchnerato, que apabullen los medios formales como informales, para que nos sigan ultrajando con sus análisis y miradas tan unitarias, colonizadas por ese eurocentrismo que los jerarquiza, que los habilita para que cobren su beca, su investigación, su conchabo intelectualoide, para volver a relatarnos combates, batallas, disputas, lides, en la que nosotros, los habitantes de este norte, pobre, arrasado, feudal y por ende pre-democrático, siempre la jugamos de latifundio a sacrificar, por esas generalidades utópicas como farsantes, esos sloganes extensos que carecen de significante una vez que arriban a nuestras realidades. Que solo se hable de esto, en tiempos de campaña, para garrapiñar votos, para obtener puntos de rating en una investigación periodística, o para que de acuerdo a quien le convenga, lo comparta en su red social, desde su barrio centralista en donde no carece de nada de lo que aquí abunda, y sólo en fantasías literarias puede ser víctima de lo que por estos lares, todos los que escribimos o pensamos estamos acostumbrados a padecer, constituye la verdadera grieta, lo prioritario que debería resolver un país que se pretenda federal y democrático.

Sí alguna militancia o colaboración tiene sentido es esta. Sí algunos de los pro hombres fundadores de partidos y movimientos, habitara la actualidad, disputaría sin duda, esta, como la madre de todas las batallas. Lo saben los provincianos, que huyeron de sus destinos trágicos, que perdidos en los laberintos de la gran ciudad, en vez de volver, físicamente o en pensamiento, se emparentan, se referencian, se mimetizan, con aquello que criticaron, cumplimentando la vieja lógica de que en verdad, no querían ninguna transformación, sino que criticaban lo criticado, porque eran ellos, los que desean o estar al mando, o participar de los excesos luminarios, de esa gran metrópoli que se constituye por obra y gracia de este círculo vicioso que nos enajena de antaño. Que por imperio de sus inquietudes bizantinas, omitan el trabajar a favor de que la democracia llegue en distritos que conforman la Argentina, es imperdonable, por más oropeles que oferten como contraprestación del pago del estado unitario, para que los publiquen en Europa, en cualquier estado allende el atlántico. No se trata de confrontar, de tomar armas o de violencia, como aquella generación, profunda y profusamente eurocéntrica, lo hizo, con los resultados sabidos y con los juicios por la verdad y justicia, aún en proceso, se trata que desde ese obelisco unitario, desde el ´83 festejan lo que llaman democracia, algo que por aquí es una idea difusa, una expectativa de la expectativa, una conversación a las que sólo acceden los señores feudales, que cada dos años, nos reparten bolsas de mercadería, vales de nafta y de supermercado, para que optemos, entre tres o cuatro. La cuestión Latinoamericana, la cuestión indigenista, o en verdad, para llamarla tal cual es, la cuestión de nuestros orígenes, de lo que somos, de lo que nunca tuviéramos que haber dejado de ser, tras la sangrienta, barbárica y civilizadora conquista Europea, no tiene que servir sólo para que un par de barbudos, se llenen sus progresistas bolsillos con el erario público, pagando de tal manera la batalla cultural de cambiar de nombre un instituto, una calle o un billete. Algo que ha sido decisivo y decisorio, para que los otros, con otro look y otro lenguaje, ahora, elección, mediante, nos vengan con otra (para nosotros) misma historieta para que le sigamos haciendo el juego de decirnos integrantes de un país federal, para que en ciertos distritos se viva de una manera y en otras, de otra. La cuestión de nuestra identidad, enajenada, ultrajada a más no poder y zaherida de muerte, tras centurias de apostolados de cómo deberían ser las cosas, tiene que ser entendida desde la perspectiva profunda y sintética de cómo ha sido, es y será nuestro modo de ser en el mundo. Por tanto vale destacar, la raigambre política que permite este análisis, el arribo en la región de gobiernos signados por el denominador común, de entender, respetar y recuperar los valores, tradiciones y los aspectos identitarios que hacen a la esencia de los pueblos. Esta aclaración sirve tanto, como para reconocer la gesta de estos gobiernos, muchas veces tildados de autoritarios, populistas y demagógicos, por los descendientes de los conquistadores, como para señalar que pese a que la posibilidad de un análisis, que atañe a estas cuestiones esenciales se circunscriben y son posibles en el tiempo o en el momento político actual, se precisa de una mirada que integre algo más que la política en sí misma, es decir no servirá el tratar de entender determinadas cuestiones de hace quinientos años atrás, haciendo un bacheo, creando un programa de propaganda, o trabajando sobre la inclusión, se precisa de esto y de algo más. Se pretende arriesgar la hipótesis que en nuestra provincia de Corrientes, encastrada en Latinoamérica y con base indigenista propia (mayoritariamente los Guaraníes) el trabajo, como elemento indispensable para la realización humana y colectiva, no es entendido del modo que pretendieron y siguen pretendiendo nuestros educadores (que valga la aclaración se rigen por pautas e instituciones extranjerizantes y conquistadoras desde lo cultural y educativo) y más allá de que esto no signifique una novedad, se intentará argumentarlo a los efectos de entender que el trabajo, el ordenamiento social y la forma en que nos ganamos la vida, quizá tenga mucho más que ver en cómo la entendieron nuestros antepasados, que en cómo nos lo quieren hacer entender desde la conquista a esta parte. Nuestros sistemas educativos, sociales y políticos, básicamente desde la llamada generación del ´80 hasta sus actuales sucedáneos, los liberales, establecieron un sistema de cosas “Mirando a Europa” fenómeno que escapó al obvio sincretismo cultural que se dio desde la conquista, pasando por las olas inmigratorias, es decir hubo una decisión política de orientar a un estado, despojado de su territorialidad, de sus nombres, a tener desde leyes (Constitución, Códigos) religión ( la conquista) y costumbres (animales, alimentos) Europeas. Generación tras generación, esta supresión de nuestra esencia cultural de pueblo, nos socavó al punto, de tan sólo aspirar a convertirnos en seguidores obedientes y aplicados de políticas económicas y sociales llevadas desde los centros de conquista, es decir no sabíamos ni que fuimos ni lo que esencialmente éramos, sino que inercialmente, desde aquel genocida punto de vista de la conquista, debíamos contentarnos con ser los hermanos menores de un mundo del que siempre teníamos como referentes a quiénes, se escudriñaran en nombre de la civilización, en nuevos genocidios como los de los ambas guerras, el nazismo, bombas atómicas y demás matanzas a lontananza defendidas por ideologías, provenientes de luminarias extraídas de alguna universidad Europea. Pero la esencia, es inmodificable, la genética, marcada a fuego, o quizá la intervención de Tupá, para no decir Dios que sería lo mismo, tal como esos nietos recuperados, que pese a ser criados por represores, con cultura represora, modo de ser en el mundo represor, tras saber de su verdad, hoy son fervientes defensores de un modelo nacional y popular, tal como seguramente lo hubieran sido sí vivían su vida con sus padres desaparecidos. Esa naturaleza que sale, pese a la educación, que no tiene que ver ni con sistemas ni con programas, sino con lo estructural, pese a la alimentación (la introducción de bebidas, de cadena de comidas rápidas, un ejemplo sería que en Brasil, “el combo” o menú es el pescado y la bebida la guaraná), pese a la vestimenta (aún hoy, las grandes marcas de la moda, son de Nueva York, Paris, etc), pese a la política (nuestro sistema electoral de “balotaje” es de origén Francés), pese al sistema de valores y tradiciones instaurado, es la esencia que aflora, desde nuestro interior y que ha resistido y lo seguirá haciendo, a la supresión de los sistemas culturales, educativos, políticos y sociales impuestos. Por algo, en nuestra Provincia de Corrientes, tres fenómenos que se dan en Enero, tiempo según el calendario Gregoriano (hace falta aclarar que el calendario que nos regimos proviene de ese afuera señalado, Napoleón uno de los últimos que pretendió modificar esto) de descanso, de no productividad, son quizá los que desnudan y hablan a las claras de que es lo que sentimos, como religiosidad, el Gaucho Gil, que música es la síntesis de lo que somos, festival del Chamamé y como exteriorizamos nuestra alegría, los Carnavales. No se trata de fortalecer, una construcción conceptual, como la esgrimida por partidos politicos provinciales, la famosa “Corrientes República aparte”, se trata de que nos entendamos un poco más, sobre todo, aquellos y me incluyo, que pretendemos de nuestra Corrientes, de nuestro pueblo, algo distinto de lo que tenemos. No debe ser casualidad que fui educado en un Colegio que llevaba el nombre de un psicólogo Suizo y que fui a un jardín y una universidad en Buenos Aires, esas estructuras educativas extranjerizantes me instalaron conceptos inaplicables en nuestro pueblo, en nuestra idiosincrasia, probablemente en un Mitaí Roga, en una Escuela EFA, se enseñe mejor, a ser Correntino, a ser Latinoamericano, a entender el Guaraní, escuchar el Chamamé, fiarse al santo pagano y a hacer un payé. Tampoco sirve que idealicemos este modo de ser en el mundo y nos conformemos con mostrar este exotismo para reventar estadísticas turísticas y generar negocios para algunos. Tenemos que tener en claro que esta forma de ser en el mundo, establece también que sólo sean esos algunos los que caminan el sendero señalado por Tupá, es decir los que tienen y tendrán la magnificencia de conducirnos, la clase dirigente que nos señale el horizonte y el camino seguirá siendo un círculo de pocos, sus amigos y familiares, y todo lo que digamos en cuanta institucionalidad Europeizante y civilidad no dejará de ser un lindo cuento inaplicable proveniente de las escuelas. Necesitamos tan poco esfuerzo, ese sacrificio del trabajo arduo, no es para nuestras tierras plagadas de fertilidad, del agua dulce circundante, de los esteros, de un clima que nos obliga a permanecer a la sombra de un lapacho, esperando una oportunidad, que Tupá mediante su casta de elegidos, nos convoque, nos llame, y en caso de que no suceda, disfrutar de este paraíso en la tierra, a la que le cantan nuestros poetas, surgen nuestros santos, le bailan nuestras guaynas para disfrutar de la vida, tratando de no ceder al imperialismo de las redes sociales, de los 140 caracteres, de la pantalla táctil, del consumismo desenfrenado, de esa democracia incierta, plagada de indignados, de gente que pretende lo que nunca le será dado, como ha dicho uno de nuestros próceres, por causalidad, Correntino y Libertador, “Serás lo que debas ser o no serás nada”. Claro que esto sería pedirles demasiado, pero aprovechando el jolgorio democrático (para algún distraído, desde el lugar en que se escribe, el mismo “equipo político” proviene desde el ´99, paso de la Alianza, el Primer Kirchnerismo, el anti Kirchnerismo, y las tres opciones de esta última elección) sí algún grado de razonabilidad política les queda, si las luces de la gran ciudad no les ha robado el resquicio último de no ser tan egocéntricos, tendrán que entender y ayudarnos, a que los nuevos gobernantes nacionales, tomen la trascendental decisión política de enfrentar el feudalismo reinante en varios provincias de la Argentina, está sin duda, debe ser una de las prioridades, este debe ser uno de los aspectos conceptuales básicos de una gestión o gobierno que se precie de gobernar una Argentina federal, cuando esto suceda (dependerá de que ustedes, alguna vez libren una batalla que no sea por sus sueldos, por sus becas, por el corralito, por sus sensaciones, revanchas y peleas que sus seres queridos la han dado cooptados por el eurocentrismos dominante de los ´70 y por todos y cada uno de los significantes extensos y carentes de significado en estas tierras) ahí recién estaremos en condiciones de elegir entre derecha e izquierda, entre neoliberales o progresistas. Ustedes no tienen ni idea de los costos que uno paga en el pago chico por sostener esta posición, de lo contrario, dado que se los presume como buenas personas, estarían militando esta causa antes que ninguna otra. Dios ilumine a nuestro Presidente electo, para que separe la paja del trigo y que pueda concedernos posibilidad democrática, más allá de amistades o sociedades políticas recientes, que le cambian el ritmo y el tono a la canción de siempre, la que nos somete desde antaño y embauco a todos y cada uno de los Presidentes democráticos, indefectiblemente.


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