16 de septiembre de 2015

El Gigoló Gobernador de Tucumán

“Usted pregunta si la experiencia de la libertad no se vuelve insostenible. Hay dos respuestas a esta pregunta, que son solidarias. La experiencia de la libertad se vuelve insostenible en la medida que no se logra hacer nada con esa libertad. ¿ Porque queremos la libertad?. Primero la queremos, ciertamente por ella misma; pero también para poder hacer cosas. Si no se puede, si no se quiere hacer nada, esa libertad se convierte en la pura figura del vacío. Horrorizado ante ese vacío, el hombre contemporáneo se refugió en la acumulación laboriosa de sus –ratos libres- en una rutina cada vez más repetitiva y acelerada.¨ C. Castoriadis

 

Nuestra historia política y social nos señala que la tradición siempre estuvo guiada por la fuerte militancia de los ciudadanos en determinados partidos, guiados por diferentes líderes populares, y por tanto la disputa ideológica se dirimía en formas varias. Como la concurrencia masiva a actos públicos verdaderamente multitudinarios, o la actitud sentimental y emocional de cada ciudadano, que hacia expreso su apoyo mediante el uso de banderas, remeras y demás atuendos que señalaban a las claras su opinión política. Durante años, el fervor de la adhesión a un partido político signo la vida social de nuestro país. Razones varias podemos encontrar ante este fenómeno, de todas maneras la presente argumentación no pretende incursionar por lo campos de la sociología o antropología. Podríamos señalar, sin embargo, que los duros y horrorosos años de dictadura militar, sumados a la participación de líderes naturales y populares que dividían la opinión pública en forma contundente, forjaron una exaltación del sentimiento y la emoción partidista por sobre otros aspectos como el intercambio de ideas o la exposición contrapuesta y racional de ideas. Reafirmando una tendencia a nivel mundial, como los años del idealismo o romanticismo social (finales de la década del `60 y los `70).

Si bien, la mayoría de los argentinos, vivimos y vivenciamos de tal manera la política, un simple dato basta como muestra paradigmática, los millones de afiliados con los que contaban los partidos Justicialista y Radical. De todas maneras en nuestra comarca, se siguen disputando la centena de mil de afiliados (en un padrón total de algo más de medio millón), los mencionados partidos, sin que más de la mitad de los mismo, se entere de que es tal, seguramente.

Se podrán realizar un sinnúmero de análisis del desuso y deterioro de estas prácticas políticas, pero independientemente de las perspectivas con las que observemos la realidad, lo único irrefutable es precisamente que la sociedad toda modificó sus conductas y tiende a precisar de argumentos, de ideas y de confrontación de las mismas, como para emitir su voto.

El concepto colectivo de lo político, estallo por los aires, allá en la recordada crisis de `01, y pese a que no pocos, digan que los que llegaron un par de años después la reconstruyeron, no son menos los que creen que tan solo se trata de un relato. Que la política profundizo, incluso su performatividad hacia el individualismo por sobre lo colectivo (“A diferencia del grupo o de cualquier otra clase de todo social, la red es de adscripción individual y está centrada igualmente en el individuo: el individuo focal, el centro, es su única parte permanente e irremplazable”. Z. Bauman. Mundo Consumo. Paidós. Pp 173).

Según piensa el Ingeniero y Filósofo  Paniker “Un  hombre libre queda relativamente inafectado por todo cuanto le sucede, desgracias incluidas. Dispone de un margen. Frente a un contratiempo, sabe que este margen le permite escapar al condicionamiento automático; sabe que dé él depende que pueda desesperarse o echarse a reír; sabe que la más profunda espontaneidad no arranca de nada. La última identificación de un hombre libre trasciende al sistema de signos que llamamos mundo. El ser del hombre no puede comprenderse sin la locura, y la locura se encuentra en la frontera de la libertad. Los seres humanos parece que no existamos en tanto no aparezcamos en los medios de comunicación. Los nuevos rapsodas son los periodistas. La fama, la proporcionan los medios. Es una fama intrínsecamente efímera. El pensamiento débil nos deja a merced de los caprichos de la moda. Se cultiva ante todo la apariencia. Se sospecha que la realidad no está en ninguna parte. Pero cuando la realidad se esfuma, también la apariencia se esfuma. Este es el meollo de lo efímero. Los medios de comunicación, con su inherente relativismo cultural, forman parte de un paisaje de discursos heterogéneos donde todo cobra el aspecto de la fragmentación, provisionalidad, vacío, eclecticismo. Bien; no importa. El nihilismo consumado del pensar postmoderno nos abre así lo místico”.

 

Pero como no pensar en medidas que sostengan lo simbólico, si finalmente en la Provincia de Tucumán, la propia justicia, tomo cartas en el asunto y develo, o desvelo, lo que considero una pantomima electoral o una elección, en donde de acuerdo a lo democrático esto se constituía en lo más sacrosanto o sagrado, que también cayó en cuestión.

 

Usted sí es un lector asiduo de esta tribuna o de esta pluma (hace dos meses se publicó el último libro de ensayos “La democracia incierta”, precisamente, democraciaincierta.blogspot.com) recordará lo que expresábamos hace semanas atrás:

¿Una democracia cada vez más en riesgo?

Mientras asistimos a la orgía de elecciones y de procesos electorales y los ojos mediáticos/políticos e intelectuales, solazan las superficies de las sábanas en donde se lleva acabo el acto impúdico de contar y sumar, probablemente sean muy pocos los que se animen a penetrar y llegar, con ello, a la raíz del asunto, allende las fronteras del diario del lunes con el resultado puesto. Un resultado, que por ejemplo en Santa Fé, no se pudo obtener con las denuncias de fraude a cuestas, como también lo denuncio lo oposición en Salta. Pero no hablamos de resultantes, esta es la primera trampa que debemos sortear, la democracia inacabada, eleccionaria, que nos refriega la clase dirigente, va siendo horada en legitimidad, derrapando en una democracia incierta, en donde la cuestión o lo cuestionable, es que el sistema siempre nos ponga delante de las narices, a los hombres y las mujeres, tuteladas por un puñado de tipos que la tienen más larga, y que manejan lo electoral y por ende lo democrático, como si fuesen el botón de sus controles remotos de equipos tecnológicos.

 

Debemos aclarar, una vez más, cumpliendo ese absurdo apotegma, que los culpables no somos los carteros, los diagnosticadores (como los lúmpenes y drogadictos que golpean a los médicos en un hospital cuando estos les anotician de la muerte de un familiar) que más allá de que nos quepa o no el tilde de “resentidos”, de negativos o rencorosos (a las minorías perseguidas, siempre se les busco del poder darle una razón o argumento del porque esa persecución, hayan sido negros, judíos o maricas) la única pretensión que perseguimos con esta alerta, con esta advertencia, es la intención de vivir un poco mejor, o al menos, de no vivir peor.

Y esto, es lo que creemos que puede ocurrir en algunos años, si es que continúan, como todo lo indica, seguir forzando esta democracia inacabada o eleccionaria, en donde las fuerzas políticas, otrora instituciones de la democracia, han pasado a ser guetos del poder, desde donde se difumina, una lista, de tipos que revalidan, que continúan sus títulos representativos, o en el mejor de los casos se los transfieren a familiares o amigos. Para ello, construyen el ideario de tener sus propios partidos fuertes y  sanos, en donde paradojalmente no aceptan internas (en nuestra provincia ni siquiera tenemos PASO provinciales) ni para autoridades partidarias, en donde luego las listas electorales, salen de un consenso “amplio y participativo” en donde se sabe que el único que ha pensado en tal cosa, sin obrar en consecuencia, es el mandamás de ese partido, que pasa a ser un sello vacío de contenido real, pues ni siquiera en sus supuestas reuniones democráticas, la puesta en escena, puede siquiera juntar el 10% de afiliados (en la justicia existe un sinfín de denuncias de afiliaciones truchas, en una provincia en que los partidos se jactan de tener partidarios de decenas de miles) y venden, en medios debidamente pautados, también con dinero oficial, claro está, que tales reuniones, en que el mejor de los casos, superaron una centena de participantes, se definieron esas listas de unidad, que oh casualidad, bendicen la continuidad de los que están o promueven el surgimiento de personas que están desde hace tiempo detrás de la pollera o de pantalón del mandamás al que eligieron cobijarse.

El problema es que los que están afuera cada vez creen menos en esto, más cuenta se dan, de que son víctimas de una jugarreta, sostenida en el horror que fueron los años en los que no había democracia, pero ya son tres las  generaciones que nacen y se desarrollan en el juego de esta falacia representativa, y la clase dirigente, o la gran mayoría de ella, sólo se preocupa en gozar del placer orgiástico, de que esas listas conformadas por la arbitrariedad de unos pocos en el poder, se pongan en los cuartos oscuros, y que por obligación se convoque a la ciudadanía a optar entre los elegidos por los que tienen el poder, que no varían o muy poco, tanto estos como aquellos.

Algún día, esperemos, deseamos y trabajamos para evitarlo, se darán cuenta, llegará alguien, apoyado por cientos o miles (los números ya lo tienen, darse cuenta se dan cada vez más, sólo les resta organizarse y actuar) y echará a un representante desde su propio lugar de trabajo, tendrá a esos miles que apoyarán la gesta, a contrario del echado quién sólo tendrá o tiene el apoyo de quién lo puso, sí este tipo de acciones se repiten el mismo día en el mismo lugar, en al menos 50 instituciones representativas, esa fantasía o pesadilla traerá un millón de situaciones inimaginables, posiblemente fatídicas o fraticidas, pero será una consecuencia casi natural de lo que venimos planteando desde hace tiempo, la crisis de representatividad se va agravando, elección a elección y nuestros políticos lo mejor que pueden hacer es tomar cartas en el asunto, detenerse en el clímax orgiástico  que piensan, sienten y desean eterno, este sistema violado, ultrajado y vejado, ya parió la criatura producto del oprobio, se debe trabajar en consecuencia de lo contrario los tiempos de placer y goce pueden estar contados, para todos y todas.

 

Intervenir Tucumán, podría ser el “remedio federal” que sea peor que la enfermedad (Tucumán, como otras partes del país, ya están intervenidas por esa “incertidumbre” que nos viene dando la actual democracia), y dentro de la siniestra posibilidad que un hombre como el Gigolo, que es producto de nuestro interés mediático inversamente proporcional a nuestro desinterés político, más que una alquimia, en un período no tan largo de tiempo, podría ser una posibilidad.


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