La democracia del fuego, la matemática anti-político.
La arquitectura de las palabras, su uso común y en común, puede que pretenda decir algo que no es o bifurcar su camino en un atajo que nos lleve a repetir constantemente algo que puede que no sea tal cual se nos aparece. Así las cosas, siniestro se refiere al lado izquierdo y a la persona zurda. Quien esto escribe es siniestro.
Vivimos en un país de confusión de valores, de alienación, de sujeción a la autoridad, de sumisión a lo dado, no puede resultar menos que una bocanada de aire en medio de la polución que nos rodea que Nietzsche nos diga “el diablo no es más que la ociosidad del Dios cada siete días”.
En los últimos días se hablo hasta el hartazgo sobre los acontecimientos acaecidos en las últimas elecciones en Tucumán donde se cruzan acusaciones de fraude y otras yerbas típica de la argentinidad. Como es de costumbre no haremos acá de usina de información y divulgación, lo que vamos hacer es intentar por todos los medios pensar que hay detrás de todos estos acontecimientos, que los origina.
La acción pirómana en las elecciones de Tucumán tiene absoluto sentido en los términos del poder, es que en realidad la quema de 40 urnas no es justamente un contra la “voluntad popular”, lo que esconde es un fin último que está mucho más lejos que la ingenua creencia de la “democracia”, no se defiende el voto sino, el resultado que el voto acarrea, para que se entienda, lo que causa alboroto es el cambio o no de manos de los recursos públicos, los privilegios, el “poder”. De hecho, si fuera tajantemente real la defensa de la voluntad popular expresada en un voto por ciudadano la mentira política debería ser un delito y no lo es. Entiéndase que los fraudes, quema de urnas, robo de boletas y toda otra astucia puesta al servicio de las facciones no van directamente contra el votante en sí mismo, es un ataque contra el resultado del competidor y la posible acumulación de poder público.
¿Por qué el Estado provoca tanto fanatismo por controlarlo? ¿Qué hace que lo público sea tan apetecible para muchos?
La respuesta es simple no podría ser compleja de ningún modo, pero antes y a modo de ejemplo podemos hablar de las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas, en el podio se encuentra en segundo lugar la República Popular China y en el top 20 como único latinoamericano Perú. Para los Chinos las matemáticas no son simples números, para ellos es una manifestación del arte que emana belleza, son portadores de Los nueve capítulos sobre arte matemático (Jiǔzhāng Suànshù), con todo esto lo que queremos decir es que hay una única cosa que no puede faltar en una sociedad que se aprecie de tal y no es otra cosa que los maestros y profesores, pero resulta que los diputados nacionales y provinciales amasan dietas de 70 mil pesos “conocidos” mientras que los maestros y profesores que trasmiten conocimientos a sus hijos, nietos, sobrinos, hermanos o vecinos no llegan a la canasta básica. Cambiamos lo único imprescindible en términos sociocultural por algo tan inútil como un “político” rentado, la sociedad puede vivir sin Estado, sin diputados y senadores, pero nunca sin las personas que trasmiten conocimientos (maestros). La voluntad humana es demasiado compleja, los acontecimientos tucumanos tienen por fin último quien se queda con el dinero de los contribuyentes no hay otra ciencia oculta, tampoco esos hechos fueron pro maestros contra la política rentada.
Los otros días le pregunte a un amigo filósofo matemático Luis González que definición podría darme sobre el Poder y me dijo:”la cualidad de generar efectos en otros, la indiferencia es el no poder.”
Resulta todavía sospecho y el texto no aclara qué sentido tiene el escándalo tucumano con los maestros y las matemáticas, corriendo el velo y afinando la punta del lápiz Aristóteles en “La política” escribe: “aquí resulta necesariamente para los Estados la inmensa ventaja de que el poder es ejercido por personas ilustradas, que no cometan faltas graves, y que el pueblo no está degradado y envilecido. Esta es sin duda alguna la mejor de las democracias…” Seguidamente el filósofo griego hace la pregunta acertadísima que explica la actualidad de Tucumán y de muchas provincias, dice así: “¿Y de donde nace su perfección? De las costumbres mismas del pueblo por ella regido”. Nuestra realidad es una simple consecuencia de lo que se permitió y se permite consuetudinariamente hacer a las facciones políticas, nuestra decadencia o gloria depende exclusivamente de lo que seamos capaces de exigir, permitir o censurar.
Los individuos no eligen libremente entre instituciones, costumbres y normas sociales, sino que ellos relacionan determinadas acciones con algunas situaciones, mediante normas de acomodación, aprendidas en socialización, estamos regidos por una horda de atorrantes que se escudan en las instituciones como garantía de estabilidad pacifica, como si fuera lo único que nos permite no vivir como los hombres de las nieves y, mientras hacen eso nos están diciendo que los maestros no san tan imprescindibles como ellos y que es necesario que se llenen los bolsillos con billetes con la cara de Roca para la paz del pueblo.
Quemar urnas es marcar territorio contra el competidor no anular el acto “democrático”, incluso quemar las urnas es una forma democrática dentro de una facción de elegir que no gane determinada persona. Emprender una redefinición de la acción violenta en épocas violentas, tratar de eliminar el valor negativo que implica y considerándola desde un punto de vista idealista, como la única posibilidad de lograr un cambio efectivo en la sociedad actual, que implique, de alguna manera, un mejoramiento de las condiciones de vida y las posibilidades de desarrollo de todas las potencialidades creativas de cada individuo.
En la puja por el dinero público las facciones emprenden violencia quemando urnas, el pueblo para considerarse soberano en la voluntad debería quemar los lugares donde están los responsables de la degradación social, (casa de gobierno y legislatura). En el año 2001 las bancas del congreso nacional sirvieron de leña para las grandes fogatas en la plaza, pues era el pueblo soberano recuperando su lugar de génesis, que suceda lo mismo es lo normal.
Por más maestros y menos políticos rentados, por más matemática y menos diputados, por más arte y menos senadores.
Por Carlos Coria García.
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