16 de agosto de 2015

“Los intelectuales deben comprometerse más prácticamente en el ejercicio político”.

Así lo afirmo Francisco Tomás González Cabañas, confirmado para ser parte en congresos de filosofía en Valparaíso (Chile) y Puno (Perú), foros que suman más de veinte en diversas partes del mundo en donde sus ponencias de política despiertan sumo interés, publicado en diversas revistas especializadas como científicas (de España, México y Brasil), el autor detalla que junto a otros intelectuales se están conformando espacios políticos, para “sacar a la filosofía del claustro y hacer lo propio con la política circunscripta en el fango politiquero”, considera que la naturalización de “los equipos técnicos” de candidatos marketineros y la reducción de la política al mero ejercicio distributivo de lámparas de iluminación son las consecuencias de una “democracia incierta (título además de su último libro de ensayos)” que debe ser replanteada, sobre todo por quiénes han tenido la posibilidad de desarrollarse en el ámbito intelectual; “lo cultural o lo pensante, no puede estar limitado al lisonjeo académico, o al engolosinamiento del ego que generan notas en medios de comunicación y promueven premios y congratulaciones, la democracia está cada vez más en la zonas o en los márgenes en donde ni siquiera se cumple como promesa y allí debe estar el trabajo del intelectual”, analiza González Cabañas.

¿Por qué cree que los intelectuales deben participar más acabadamente en la práctica política?

La democracia necesita de sus hombres más lúcidos para no derrapar en profundizaciones que la terminen por distorsionar del todo. Desde el fin de la gran aporía política del último siglo, que no debe existir ninguna alocución o interpretación de ningún pensador actual que no refiera a los problemas de nuestras democracias, líquidas, inacabas o inciertas (a cada término le corresponde casi una línea de pensamiento que confluyen en conclusiones semejantes) que proyectadas en sus problemáticas, o en que, no podamos interpretar las contradicciones en sí mismas, terminaremos muy probablemente en, como nos profetiza, otro de los tantos renombrados politólogos o filósofos de la política, Zizek, reproduciendo lo que Hollywood viene filmando como un futuro próximo, la guerra facciosa entre humanos, por recursos básicos y generadas por las profundas desigualdades que la democracia en nombre de su valor, promete atacarlas o reducirlas y no hace más que profundizarlas. De hecho este autor citado, se postuló en su país como candidato a Presidente, y más allá de no haberlo hecho, con el supuesto éxito de haber ganado, creo que el éxito ya estuvo en su presentación, porque es vital e indispensable, que los hombres y las mujeres que se consagraron al saber, venzan los obstáculos y los prejuicios y puedan meterse en el barro de la política, para tratar de sacarla, precisamente a esta del fango en el que cada vez más se introduce.

¿Por qué o bajo qué argumentos dice esto, al menos en su país (Argentina) no se está desarrollando un proceso de elección presidencial normal?

Fíjese que tras las elecciones primarias o internas, se desataron en algunas áreas del país unas fuertes lluvias que produjeron que algunos miles se tuvieran que evacuar, y problemas accesorios a esto, pero lo que quiero referir, es que es la muestra de la fragilidad de nuestra política, no hablamos que se produjera una catástrofe (de acuerdo a lo que expresa el término en el sentido lato) en que murieran cientos o miles de personas, no, fueron unas lluvias, que claro, por responsabilidad o irresponsabilidad política, le arruinaron la materialidad a muchas familias, y los medios de comunicación al abrir sus canales a los afectados y a quiénes se solidarizaron con los mismos, dejaron ver esto mismo, la naturalización que se tiene de que la política no les ha ordenado en sentido positivo sus vidas; primero porque como el sentido de lo democrático, es la expectativa, lo que puede ser (se podría hacer una comparación psicoanalítica con el concepto de deseo en Lacan, con aquello del problema de cumplir el deseo, es precisamente que se mata el deseo, y el ser humano es un ser deseante…) entonces los traficantes de ilusiones, los timadores democráticos se abusan de esto e invierten el sentido y la labor política, entonces se embarcan en giras, en contactos cara a cara con la mayor cantidad de ciudadanos que pueden y les mienten, diciéndoles que le van a resolver su problema, que le llenaran la heladera, que le conseguirán trabajo, que le pondrán una cámara de seguridad en su cuadra o un policía en la esquina y un poco más que sí los votan a ellos, hablaran con sus respectivos dioses para que sean aceptados en sus supuesto más allá, cuando en verdad, la política, interpretada por políticos, que entiendan lo neurálgico del manejo de lo público, sólo puede determinar reglas generales, el trazo grueso, consideraciones generales, no puede meterse en la casa de todos y cada uno de los habitantes y decretar quién manejara el control remoto de esa familia o quién cocinara.

¿Usted viene trabajando en este sentido de que la filosofía o el pensamiento se involucren más en lo práctico?

Bueno el concepto trabajo, es todo un concepto en sí mismo, nosotros desde Latinoamérica tenemos hasta una cuestión histórica con ello, hasta antes de la conquista nuestras nociones eran otras, tras el sincretismo, al menos debería ser repensado tanto los conceptos de lo laboral como lo educativo (entronizado por la Compañía de Jesús en nuestras tierras) pero volviendo al eje, diría que coincidimos con otros colegas de distintas partes del mundo y establecimos un diálogo, en verdad uno establece diálogos también con quiénes lee y no conoce y creo que no son pocos los que piensan, no sé sí en aquel viejo postulado teórico platónica del gobierno de los mejores, pero sí al menos, de que establezcamos otras perspectivas como para que los que se han consagrado al saber, no reduzcan la obtención de sus experiencias en aulas universitarias, sobrepobladas por el desinterés y raquíticas en números de asistentes, está en proceso de formación el movimientos o partidos políticos que acendren o abreven en la importancia del pensamiento, que no necesariamente debe estar ridiculizada como la discusión abstracta del sexo de los ángeles, dado que por esta caracterización de lo intelectual o de lo cultural, hemos dejado la política práctica, en manos de verdaderos truhanes de la palabra, que quizá no tengan ni idea del daño que le hacen al sistema, y con ello a sus propios intereses o de sus familiares directos, se quedan con las comodidades que le enajenan a lo público, pero nada tendrá sentido sí en unas décadas esa materialidad no pueda comprar más la expectativa o la pacificidad de esa gente a la que enajenan, por tanto, hasta para sus intereses más pingues y mezquinos, a estos que están atornillados en lo político y que han conformado la cofradía de la “clase política”, les sirve el ingreso de los intelectuales, yo les recomendaría que en vez de poner piedras en el camino para este ingreso, que será la reacción más primitiva y natural, hagan lo contrario y alienten también la participación del intelectual en lo político, y desde ya, que estos puedan también dar el salto, aventurero, porque no, en sus vidas, ordenadas y reglamentadas como un curso en una facultad, que recuperen la adrenalina en sus vidas y puedan ir tras el rescate de lo democrático, pero no en una posición heroica, sino simplemente como lo que puede ser, un intento, que es lo único cierto para el ser humano, que contradictoriamente persigue certezas que nunca alcanzará, pero en sus intentos se le pasa o transcurre la vida.

 


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