27 de julio de 2015

Las elecciones del 2015, Paso previo a las de 2017

Una de las peculiaridades de tener el cronograma electoral desfasado (compartimos esto también con los hermanos Santiagueños, además de la pobreza estructural y la pasión por la siesta) es que al no elegir gobernador, en el mismo turno que al Presidente, es cómo si uno se casara por iglesia, pero no por civil, o que cumpla ambos rituales pero que no realice la fiesta; algo falta, algo resta. La Comunidad política correntina, empieza a contar lo que queda de aquí a 2017, cuando se lleve a cabo la elección a gobernador, que tendrá al menos hasta ahora, la gran novedad que el dueño de la pelota, o el principal actor político, estará fuera de juego (por su hasta aquí imposibilidad de ser reelecto) . De hecho ya se realizan cónclaves para diseñar el futuro, o mejor dicho las ingenierías de las presentes elecciones, fueron realizadas mirando el 2017 escudriñar elementos de la política parecería irrisorio, hasta una cuestión filosófica se debería imponer, para los que le “quieren ganar al tiempo y los problemas” no se dejen claudicar por aquello de que todo lo sólido no se desvanezca en el aire, cuál castillo de arena, arrasado por la crecida del río grande.

La solución de un problema, crea otro conflicto, puesto que ni los problemas ni las soluciones son universales, es por ello que adquirieron el grado de eternas gracias a la finitud del hombre que en el afán de hacerse con la inmortalidad va creando la génesis de los conflictos; es decir, los intentos de solución

La comunidad ilimitada de comunicación, con velocidad inusitada, envolvía con pérfida maestría a un mundo, que segundo a segundo olvidaba los acontecimientos esenciales y en cambio señalaba la importancia radical de la información, de la comunicación sin fronteras y de la diversidad de bienes materiales. La multiplicidad, tanto de acciones como de pensamientos desterraba el espacio a la generalización y con ello a la abstracción y al pensamiento. Momento de situaciones mosaicos, en donde el tiempo retomaba validez en el desesperado y voraz consumo de información y en donde la crítica y la reflexión no tenían cabida alguna en las tierras de la televisión, Internet, periódicos y revistas. Toda conclusión caía en el arbitrario concepto relativo de aceptar los diferentes puntos de vista, forjados por una escala en la cual la idea más exitosa imperaba por una cuestión de imagen y de belleza estética que de argumentos y sabiduría, el mundo construí sus necesidades y premiaba a las más afines con sus vacuos ideales, llevándolas al éxito del reconocimiento, de la fama y el glamour. Pero también castigaba a sus potenciales críticos, haciéndoles casi imposible el camino de la rebeldía para luego transformarlos en alienados patológicos, marginales metafísicos o parias desdichados.

El mundo de las significaciones y de la lógica racional del hombre, se pierden en el inmenso océano de la nada, cuando uno siente que todo está viciado por lo mezquino del interés, aromatizado por el hedor nauseabundo del materialismo, corroído por las ceras de la mediocridad, bañadas por las aguas de la envidia y el rencor, petrificadas por la gélida ventisca de la ambición desmedida, y santificadas por la máscara pedante, enferma y perversa de una hipocresía, macabra, pérfida y espeluznante.

La muerte podría ser una salida, esa parca ataviada de túnicas negras y con guadañas filosas, escogía a sus víctimas sin un plan previo, sin reparos los llevaba a la misteriosa ciénaga de la nada. Solo cumplía órdenes, pues los humanos en la vida desarrollaban una suerte de vicio y no tenían intenciones de abandonar la tierra arrendada. La muerte acatando las decisiones del gran terrateniente, desconocía las letras de los contratos, lo que facilitaba ampliamente su tarea, pues ella solo estaba obligada a desalojar a los morosos. De estos debía soportar, en algunos casos rimbombantes quejas, interminables súplicas, hasta ridículas amenazas y reiterados insultos, los menos con la cabeza gacha aceptaban pacíficamente la determinación. A la muerte su labor le era indiferente pues había muerto antes de haber nacido, es decir que había nacido para ser muerte. Por ello actuaba con frialdad ante sus víctimas, directamente no las comprendía. Nunca hubo de probar el sabor de alquilar un tiempo en la tierra, es por esto que pese a los variopintas reacciones siempre actuaba de la misma manera.

Pero la muerte tampoco nos brinda un escape, una respuesta, una solución, es tan solo una instancia un momento más del cuál no nos acordamos cuando allí accedemos, pero estamos condenados a temerle.

Podríamos estar avergonzados del ser humano, apenados por tratar con quienes son supuestamente iguales, angustiados por saber que creemos en una libertad, la cual día a día se va transformando en más autoritaria, por intermedio de un producto paradójicamente nuestro, llamado civilización, técnica. Asombrado por escuchar que los medios de comunicación informan, que Internet nos acerca y que el sistema nos cobija.

No existe un destino, nadie siquiera ha jugado a los dados con nosotros, somos tan cobardes de creernos esto para justificar nuestros errores, somos tan esclavos de creernos libres bajo un sistema que nos mutila, y al cual jamás tendremos la fuerza de derribar. Somos tan vergonzosamente previsibles, que seguramente una solución genera otro problema, que a su vez engendra el eterno retorno de las cosas, que damos en llamar vida.

“Un año entero había solicitado de Dios para terminar su labor: Un año le otorgaba su omnipotencia. Dios operaba para él un milagro secreto: lo mataría el plomo Alemán, en la hora determinada, pero en su mente un año transcurriría entre la orden y la ejecución de la orden. De la perplejidad pasó al estupor, del estupor a la resignación, de la resignación a la súbita gratitud”

 

Jorge Luis Borges, en el Milagro Secreto, citado, por simplemente narrar con tan majestuosa precisión como el tiempo, opera con basta y precisa crueldad, puesto que trasciende lo cronológico de lo natural, es decir lo físico, lo progresivo. Transformándose o siendo, según Kant, en la forma del sentido interno, de la intuición de nosotros mismos y de nuestro estado interior.

Aquel que pretenda quedarse con el trono, en este caso el sillón gubernamental de Ferré (que cuando Colombi pase a la inmortalidad, debería llamarse el Sillón de Colombi) tendrá que ser quién diseñe el escenario electoral; es decir si esto fuera un deporte, la estrategia tendría que ser la de ir a buscar el partido, no la de esperar y actuar de acuerdo a lo que proponga el rival. Y como táctica indispensable deberá tener como eje central, la destrucción absoluta del sistema de partidos y con ello de finalidades ideológicas o de principios, es decir, sí tener en cuenta el amontonamiento de sellos (la formalidad de Perogrullo institucional de lo democrático) pero por sobre todo una planilla de Excel, en donde figuren las menos de mil personalidades destacadas de la provincia, sí de ese millar, tiene el apoyo de más de la mitad, la mitad del camino lo tendrá resuelto. En estos tiempos de democracias de individualidades o de individuación democrática, el contar con el apoyo de personas o de personalidades destacadas (empresarios, deportistas, cantantes, periodistas, etc) pasa a ser el eje de cómo ganar una elección, otro gran porcentaje se obtiene, si se consiguen auspiciantes que pongan sin chistar las bolsas de mercadería, para el ejercicio habitual de la dádiva, con el cuál se puede manipular entre el 15 y el 20 % del electorado provincial. Sí a esto se le suman los equipos de publicidad y todo el merchandaising, el problema está resuelto.

Bueno, sí usted se pregunta si esto es la político, o lo que pretende de un político, claro que no, pero eso es otra cosa, cada vez son menos los que desean o anhelan políticos en este sentido, cada vez son más los que eligen administradores que no les hablen de problemas por más que la comunidad los tenga, esto mismo es un problema en sí mismo, o mejor dicho es falso que sea un problema, damos por cierto aquello de que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”.


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