12 de marzo de 2015

¿Hacia dónde avanza la realidad mediática?

“La superposición mata la singularidad que pretendía destacar; la sustituibilidad se convierte en fungibilidad universal y el hecho se anula apenas ha ocurrido…una huída frente a la riqueza sin fondo que ofrece un devenir como reflujo insulso de singularidades que se desprenden” (Martín Hopenhayn). En buen romance avanzamos hacia una realidad mediática donde, las expresiones personales de una red social, son subidas, en un cortar y pegar como oficio profesionalizado de la información.

Debemos estar preparados conceptualmente para este torrente que arrastra lo establecido, desde las verdades reveladas de las pupitres universitarios, como la certeza remunerativa de los trabajos, pasamos de necesitar periodistas de gráfica o audiovisuales a cazadores de imágenes o de situaciones, celulares en mano, que suben el “acontecimiento” a una red en donde pueden tomar contacto con el material, cientos de miles.

Dificil será, y lo es, cuando aquellos políticos y formadores de opinión o dirigentes, que se dicen ser carne de un pensamiento progresista, innovador, no conservador, alejados de cánones que realzan la impavidez de dogmas, en vez de trabajar en lo que el pueblo los catapulto, se ponen a perseguir a quienes le señalan que van por la senda contraria de lo que braman. En un lugar en donde, por señalar que un diputado de la nación, que cobra a comparación de un trabajador promedio un jugoso sueldo, y a su vez se le paga, secretarios, asesores, amanuenses, oficinas, teléfonos, tramos, aéreos y terrestres y tantas prerrogativas de escritorio incontables, presenta una cantidad escasa de proyectos parlamentarios, suscripto por la página oficial del propio congreso, y casi ningún comunicador, ni formador de opinión se le mueva un pelo, a contrario sensu se pretende matar al mensajero proyectando todo lo que el diputado ha sido (cumpliendo otro mito como aquel que el ladrón piensan que son todos de su misma condición”) un empleado y sobador del actual gobernador, indica que estamos jodidos, o en verdad, que seguimos jodidos, desde siempre.

La comunicación, como en varios lugares impensados, ha logrado derrocar gobiernos, y consolidar otros, los mecanismos, se replican en todas las latitudes, más allá de las características culturales.

Filosóficamente se termina el diagrama de medios concentrados (la ley de medios es una consecuencia sociológica de los tiempos que corren, no sólo una épica partidocrática) aquello del “Daily Bugle” o Daily Planet de los superhéroes, donde desde Peter Parker (Spiderman) pasando Clark Kent (Superman) trabajaban vinculados a oficios periodísticos o nuestros próceres como Moreno, fundadores de medios.

De esa generalidad, vamos a la irreductibilidad de la singularidad absoluta, el “me tire un pedo diondo” subido a una red social, o puesto con arroba y con numeral en la red social del pajarito.

Estamos en el período en que esas mezclas se leen como fenómeno, pero el diario del mañana también incluirá varias páginas de los formadores de opinión, de famosos o de tocados, de sus actualizaciones de estado, de lo que piensan cuando se les cae la mermelada del desayuno o cuando sus mujeres salen del baño.

Y aquí radica, el problema que nuevamente enfocamos, ya casi como la travesía del absurdo, esos gritos que caen en barrancas huecas y que algún día la dignidad de la muerte, nos eximirá de seguir exclamándolo, nuestro problema será que en vez de sumar nuevas o más voces, sumaremos más recursos para amplificar las voces de los mismos de siempre.

La agencia de noticias, que solo corte y pegue twitter o actualizaciones de facebook, sólo lo hará de diputados, de senadores, de concejales, de quién tenga el hueso pordiosero a tirar ( y si bien todos los que hacemos comunicación vivimos de esos huesos de los mismos perros carachentos) al menos, aprovechemos la disponibilidad de los tiempos que corren para darle una línea, dos segundos, a otros, a los que piensan, a los que no tienen un poder fáctico de momento, a los que entregan su vida por una comunidad mejor, cada cierto tiempo uno se mira al espejo y no debe ser lindo mirarse y ver tipos tristemente vacios, subidos a vehículos de alta gama que realzan la insondable vacuidad de sus espíritus abotagados de superficialidad y mendacidad existencial.

 

   


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