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CULTURA

18 de mayo de 2018

No se Olviden de Dadrevse Adán.

“La hipocresía es la morada del hombre moderno, es el refugio en donde el ser humano siente seguridad, el lugar en donde un sinnúmero de verdades hacen una gran mentira, el sitio predilecto para un animal capaz de razonar e imposibilitado de respetar su razón. Todos coinciden en la intención de querer creer, más el problema no es el fundamento de la credibilidad sino más bien el objeto de la creencia. Obnubilado ante una gama diversa de posibilidades, el hombre reproduce sus inseguridades y las sedimenta en una actitud tan ambigua como confiable; la hipocresía. Al no tener ni la capacidad ni el valor, como para quedarse con algo opta por todo, es decir, por verdades de momento que inevitablemente caen en contradicción. Placentero y vasto el terreno en donde la actitud habita y por tal parece imposible una mudanza”.

 

Dadrevse Adán, nació el 26 de septiembre de 1959 en la Provincia de Buenos Aires, en la Localidad de Quilmes, hijo de inmigrantes Europeos, en sus precoces años infantiles, utilizaba adjetivos calificativos, inusuales para su corta edad, que esbozarían su poético destino existencial.

El 15 de octubre de 1979, escribe su primer libro de odas poéticas, intituladas “Un apoyo en la Cúspide”, decenas de versos blancos atiborrados de conceptos existenciales que obligaban al lector, a realizar un verdadero ejercicio hermenéutico. Sin embargo, en este logrado texto, se podía vislumbrar, la columna vertebral del pensamiento del autor. El valor del mérito, entendido este, cómo el conjunto de principios morales e intelectuales, que distinguen a aquellas personas que se posicionan bajo los parámetros de lo razonable. Sin instalar escalas axiológicas, distinciones clasistas, ni posicionamientos sociales. La universalidad de las oportunidades, se respiran en cada construcción poética del autor, con la finalidad ulterior de que la sociedad en su conjunto pueda alcanzar la excelencia moral e intelectual.

En los años duros, de nuestra república, el poeta, escogió una particular forma de exilio, sus horizontes libertarios no llegaron hasta el extranjero, se ensalzaron de valor y astucia, y recorriendo pequeños pueblos de un país, gobernado por el odio y el enfrentamiento entre hermanos, el poeta y su arte se agazaparon en comunas de baja densidad poblacional.

Escudado en la apacible geografía de Ciervo Petiso, en la Provincia del Chaco, hubo de habitar Adán, asimilando la paz interior de la naturaleza y la tranquilidad de las tranqueras abiertas. Forma pacífica de apaciguar los deseos irrefrenables de gritar a los cuatro vientos, la persecución, las matanzas, que dilapidaban el corazón de nuestras grandes urbes y de la argentina toda.

Tuvieron que transcurrir más de 10 meses, para que el poeta, inundado de temores para nada persecutorios ni alejados de la realidad, se trasladará a la Provincia de Formosa, a la exótica comunidad de Pirané, en donde consolidándose con lo propinado con la madre naturaleza, comienza a esbozar las primeras líneas, de que lo sería poco tiempo después su segunda publicación, en forma de odas, y bajo el nombre de “El Ejecutor”, esta serie de entonados cantos cincelaban reflexiones profundas, con el precepto equívoco y desgarrador de la autoridad fundada en la apariencia, en las formas, y por lógica, las lamentables consecuencias que producían tanto en los poemas, que llegan a puntos lúgubres y nihilistas, como en la sociedad de aquel entonces regida por las feroces botas de los autoritarios de turno. La obra atesora también, los encantos de la paz inconmensurable del extenso firmamento, la voz que calla proveniente del silbido de los pájaros, y los haces de luz de un sol en todo su esplendor.

Adán, en su corolario, hubo de radicarse en la Provincia de Misiones, en los poblados de Montecarlo y Puerto Rico, en donde los efluvios naturistas, continuaban haciendo mella en la vida y obra del autor.

Hasta recuperada la democracia, el escritor hubo de hacer gala de su impronta por el conveniente exilio, que entre tantas cosas le permitió vivir hasta 1994.

Nunca obtuvo, premio destacado internacional, como jamás se preocupa de hacer pesar el mote de perseguido político. Dentro de sus convicciones, sólo reinaban las palabras, que como este cuento, nos legó el poeta.

 

“La hipocresía es la morada del hombre moderno, es el refugio en donde el ser humano siente seguridad, el lugar en donde un sinnúmero de verdades hacen una gran mentira, el sitio predilecto para un animal capaz de razonar e imposibilitado de respetar su razón. Todos coinciden en la intención de querer creer, más el problema no es el fundamento de la credibilidad sino más bien el objeto de la creencia. Obnubilado ante una gama diversa de posibilidades, el hombre reproduce sus inseguridades y las sedimenta en una actitud tan ambigua como confiable; la hipocresía. Al no tener ni la capacidad ni el valor, como para quedarse con algo opta por todo, es decir, por verdades de momento que inevitablemente caen en contradicción. Placentero y vasto el terreno en donde la actitud habita y por tal parece imposible una mudanza”.

El ideal griego antiguo pretendía alcanzar, al comienzo, el mundo de las ideas, la república perfecta. Aristóteles, como instructor no tanto como filósofo, llevó por intermedio de Alejandro la causa final del helenismo. Roma, más seducida por el combate que por las producciones del espíritu, condujo a su pueblo al agotamiento mismo de la conquista militar y con ello olvidó lo intangible y lo abstracto; el alma. El cristianismo impulsado por el mentado olvido levantó las banderas de lo trascendente e institucionalizó una religión. La revolución Francesa aprovechando la dependencia excesiva hacia un creador, agitó con vehemencia los postulados de una libertad concreta, la político social. Tanto el comunismo como el capitalismo entendieron que tal libertad no podía ser real sin la consideración radical hacia el aspecto económico. El mundo moderno intenta hasta el hartazgo, hacerse de una verdad monetaria en donde la necesidad no exista. Por intermedio del asombroso desarrollo de la técnica, liderado por los medios de comunicación, pretende alcanzar, creando ficticias necesidades, un hombre irreal y por ende ausente de lo innato de lo necesario. Tal marcha de los acontecimientos instala un estado de continua contradicción. Ejemplos paradigmáticos son: La preocupación manifiesta de los que más tienen con respecto a la pobreza, la crítica desmesurada del vulgo hacia un mundo superficial al que no desaprueban, simplemente lo desean” (Ensayo suscripto en Enero de 1981, por Adán D.)

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