Lo Real, lo Imaginario y lo Simbólico en la política correntina; Una lectura Lacaniana a los fracasos políticos del peronismo vernáculo.
Sí el peronismo correntino fuese un sujeto, tendría como mayor dificultad el no poder representar, el haber quedado, preso, detenido, en lo desértico de lo real, lo que no se puede mediatizar o conceptualizar, de aquí que en el más reciente y estrepitoso fracaso electoral, se proponía tan solo esto mismo “Hacer” descartando por imposibilidad el representar todo lo otro. Representar como acto institutivo, como constitutivo, a diferencia de gobernar, que sabemos que para Lacan era uno de los imposibles, como educar, analizar y la ciencia. Es decir el peronismo correntino, no concibe pasar más allá de lo imaginario, la imagen que devuelve la encuesta, el microclima, la sensación, la exaltación de lo narcisistico (en términos políticos le ocurrió en los `90 con gobierno nacional del mismo signo y millones en campaña con su candidato a quién alegorizaban como “San Filippo” y década después le volvió a ocurrir con un exitoso motonauta, con billetera de Nación, carismático y lindón, blanco, rubio y sin panza a contrario sensu del correntino promedio que no es así pero pretende) y no avanza a la constitución de lo simbólico, el estadío en donde podría establecer una comunicación con esa correntinidad, a quién debe cautivar, seducir, convencer. No con hechos, ni con acciones, ni con encuestas, ni imagen, ni carisma, ni éxitos, ni campañas, consultores o timadores del marketing. Con símbolos, constituidos e instituidos en palabras, en conceptos, en verbo, en una dialógica que encante, que enamore, que seduzca, más allá de su valor de verdad. Como lo hicieron los gobernadores del Pacto de los `80 o Tato o Ricardo en este último período.
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