Volvamos a España, volvamos a Europa.
La supuesta independencia ha resultado, siglos mediante, un negocio, redituable y hasta ideológico, para una secta, corporación o grupo masónico, determinado y especifico, que durante un lapso considerable de tiempo, se viene aprovechando, consuetudinaria y hasta perversamente, del significante extenso de “Libertad”. De lo contrario no podrían explicarse los cimentados números, de pobreza y marginalidad, que se resisten, desde tiempos iniciales de nuestra institucionalidad moderna, independencia o libertad política mediante, en replegarse, dejando al descubierto la cascara vacía en que muchas veces se convierten estructuras tales como las educativas, que imponen, sistemas, hábitos, como dogmas y manejos, pero que a merced de esto, ocluyen la posibilidad de crítica, el hábito de la lectura por la lectura misma, y la propagación del pensamiento que construya ciudadanos que sean capaces de que seamos libres de nuestras propias limitaciones y no de ficticias fronteras geopolíticas que nunca han sido tales, o que solo lo son en la configuración mental de algunos pocos que obtuvieron poder a costa de amputarse la posibilidad de pensamiento y análisis.
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