¿Responderán el mandato del pueblo los legisladores por los que optemos este domingo?
No es una pregunta capciosa, ni que tenga un sentido fatalista o provocador, al contrario, es la única pregunta válida que nos deberíamos hacer los convocados a elegir nuestros representantes para con ello, consolidar el sistema impuesto. Hace 21 meses que además de gobernador, la elección pasada, le otorgamos con nuestra cesión soberana de nuestro derecho político, es decir el voto, mandato a 24 legisladores provinciales, para que nos representen dentro del espacio político, por el que se presentaron y mediante el cual, se supone que ejercerían su representatividad o trabajo político. En menos de dos años del total de electos, cinco (5) diputados y una (1) senadora, se cambiaron de “camiseta”, se cruzaron de vereda, se “borocotizaron” o cambiaron de parecer político una vez en la banca (a esta honorable lista, deberíamos agregar otra senadora que renunció antes de asumir), o como usted prefiera llamar a esa acción como mínimo opinable, que el mismo sistema ahora nos dice que no ocurrirá y que dado los antecedentes (podríamos hacer una historiografía de estos “saltos en garrocha”) al menos tendríamos más que el derecho de preguntarnos lo que sostenemos como título.
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