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  • 20º

ANÁLISIS

26 de febrero de 2015

La “Trampa” del 5 de julio

Ricardo urdió un ardid para transformar su derrota política (la de auto-amputarse su continuidad, no formar herederos y no definir su predilección nacional) en una victoria electoral (toda la maquinaria de la provincia se pondrá al asador días después del cobro del aguinaldo, para luego “descansar” en Agosto y Octubre) que entre tantas cosas le permitirá sentar a los tres presidenciables con chances y prometerles a cada uno que les transferirá ese 60% de votos que piensa sacar en las provinciales, transformando así su debilidad en fortaleza y cocinando nuevamente al resto de la clase política correntina, reinando hasta el final de su mandato, venciendo el síndrome de “pato rengo”.

La falta de una ley provincial que disponga, como en muchas otras provincias, no ya las Paso locales, sino simplemente, en qué o entre qué fechas el gobernador puede hacer la convocatoria a elecciones provinciales (la falta de la misma, genera este cambio del tiempo de la misma, afianzada por costumbre o cábala Ricardista, en septiembre, para cambiar a este julio que como veremos no responde a una ocurrencia liviana, sino a una estrategia lúcida y pergeñada con astucia Maquiavélica) le allanó el camino al gobernador, para que por su conveniencia política se vote ni bien la provincia termine de abonar el aguinaldo.

Ninguno de los partidos políticos existentes, con la salvedad del PJ, tiene “espalda”  económica para llevar a cabo una elección, semanas antes de las Paso Nacionales, que además generará, las definitivas de octubre, con la posibilidad de una segunda vuelta. A este terreno fértil, para que todos quieran ser parte de la “mesa” política del gobernador (esto implica que le paguen las boletas, a diferencia de las nacionales, en las provinciales las mismas las deben pagar los partidos y no el estado, los afiches, y todo el festival de obsequios electorales) se le suma los condicionamientos del inconsciente colectivo (mencionábamos la proximidad del turno electoral con el cobro del aguinaldo) en relación al actor prioritario (con más del 60%) de la economía de los correntinos que es su propio estado (en una elección de medio término, desde las estructuras sindicalizadas, pasando por los asociaciones deportivas, medios de comunicación y fuerzas vivas de la sociedad que tienen tramitaciones varias en dependencias estatales, con números de expediente y la expectativa de continuar  con los mismas, ¿A dónde creen que direccionarán la indicación o la referencia del voto?) y que en definitiva “alambran” a Corrientes, para que sólo dos tengan chances electorales en las provinciales, el gobernador y el intendente de la ciudad más grande o más poblada, no por casualidad el oficialismo y la oposición.

Lo curioso y paradojal, es que el éxito electoral que tendrá el gobierno provincial (tampoco se le debe quitar o restar mérito a la gestión Colombi, que en relación a las del Pacto de los ochenta, bien podríamos decir que es un salto de calidad importante) no será solamente numérico (El gran consultor de Buenos Aires, debe justificar sus costosos honorarios, dado que al parecer auguró la posibilidad de que se llegue a superar el 55%) sino por sobre todo conceptual y político.

La debilidad, que los politólogos la llaman el “síndrome del pato rengo” de no tener continuidad (una estrategia de Ricardo que se autolimito, ni bien asumió en su último arribo al poder), sumado a la construcción de no prepararle el terreno a nadie y la indefinición nacional (es decir de a quién apoyará concretamente a presidente) lo transforma con esta elección provincial anticipada en una fortaleza.

Aquí se desarrolla la trampa. El gobernador “alumbra” antes y concita a todo el arco político a enlodarse en una elección provincial de medio término o de legisladores, que como pocas veces, no poseerá una importancia política destacada. Además de llevar a un terreno plagado de dificultades operativas para las expresiones partidarias que no tendrán resto para luego afrontar las otras y posibles tres elecciones que deberán sortear.

Ricardo de esta manera condiciona políticamente, a los referentes locales de las diferentes expresiones nacionales, a que “formen colectoras” que apoyen a su frente político, para luego supuestamente apoyar a los respectivos presidenciables. Al tenerlos “con la guacha corta” (es decir con sus reglas de juego y en su terreno) no les da posibilidad de que estos pregunten, como hará para dejar de coquetear con los tres y definirse por uno. Como esto nunca ocurrirá (en verdad son cuatro, porque a la orgánica de su partido también le promete su resultado alambrado) es decir, no trasladará ese casi 60% provincial a un solo capitoste nacional (como si esto además fuese posible como una transferencia bancaria), pero todos quieren creer que esto finalmente ocurrirá, en verdad Ricardo, no les deja chance que piensen otra cosa.

El gobernador, salvo a los Pedro, que son sus dos socios más fuertes, juega con el resto de sus socios electorales, los divide en dos grupos claramente diferenciados; los ilusos, a quiénes los convence con la expectativa o con la zanahoria, y a los que les imprime unos afiches con su rostro y les consigue financiamiento, para que “lleguen” a la tan ansiada banca desde la soledad imposible de la colectora, y los profesionales, con quiénes acuerda determinadas concesiones del estado, para que estos hagan su agosto cada dos años que les permitan vivir con burguesa comodidad sin tener que cumplir el precepto cristiano de sudar la frente para conseguir el pan.

Le restamos importancia a la elección provincial, en el sentido, en que lo se pondrá en juego, en relación a la presidencial, es abismalmente menor. Además sí el propio gobernador se bajó de la carrera releccionista, que ¿peso tendría que saque uno o dos legisladores más si no reformarán la carta magna provincial?, tampoco está allanado el camino para un sucesor, así que tampoco es radicalmente decisivo el número de bancas, y como en esta provincial, toda la maquinaria del estado estará al servicio de este ardid, sacar votos para los “terneros guachos” será más que un imposible. A contrario sensu, en las nacionales, en donde Ricardo, es decir, el estado no juega, para los libertos o para las expresiones políticas partidarias, las chances serán muchas más, con el consabido premio mayor que le acierten al próximo presidente y por ende se garanticen un cobro de un conchabo en el estado nacional, habiendo sacado un puñado de votitos con una lista propia en las Paso.

Les convendría a estos, acompañar la lista del gobernador, pero anotarse en el lugar 13 de la boleta pesada (donde estarán los de Ricardo y los Pedro), no ceder a presentarse con ninguna colectora (no entregarse al “ser cabeza de ratón antes que cola de león”), y jugar las fichas sí en el escenario nacional.

Al PJ le convendría que sus comunas voten concejales también en las nacionales, seguirle el juego a Ricardo, es decir, engatusar a sus adherentes o partiditos satélites y meter a tropa propia dentro de cada uno de los posibles presidenciables (de todas maneras es todo un tema en sí mismo el peronismo, del cual nos encargamos habitualmente).

A Ricardo le conviene, dado que está asimilando que le quedan meses en el poder, empezar a rodearse de gente que piense por las suyas, con criterio propio, dado que los mansos y obedientes, necesariamente se le irán desprendiendo para encontrar el nuevo pastor que los alimente y que les de órdenes, y a la soledad del poder sólo se la combate con el bronce de la historia, y este es cincelado por pensantes, no por obedientes.

 

 

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